Potencia agrícola, por Simón Boccanegra
Tal vez sea por su origen, pero Chacumbele tiene el mundo rural siempre muy presente. De su desarrollo ha hablado miles de horas, ha ofrecido planes de todos los gustos y colores, ha invertido miles de millones de bolívares, pero la realidad no le hace caso. En un tiempo se empeñó en convertir a Venezuela en una potencia cafetalera y destinó dos billones, de los viejos, para incrementar la producción. Hoy, por primera vez en su historia, el país se ha convertido en importador del grano y parte del café que consumimos viene de Nicaragua. En algún tiempo el país exportó arroz, ahora se le compra a Guyana para completar el pabellón y, según denuncian, la importación tiene un sobreprecio. El cacao fue declarado rubro bandera, pero tampoco se le ven los resultados. La mitad de los bistecs que nos comemos vienen de Argentina, Brasil y Uruguay. Lo mismo ocurre con el pollo. El azúcar es otro rubro que se importa cada vez más y los centrales azucareros muelen cada vez menos caña endógena, incluyendo el de Barinas, donde lo único que se ha producido es un tremendo guiso. Como si todo lo anterior fuera poco, ahora parte del maíz blanco, ese que se emplea para hacer las arepas, vendrá de Sudáfrica. Son en total 300.000 toneladas del cereal. Si Esteban fuera una persona seria, le pediría cuentas a su ministro pistolero y lo dejaría desempleado, pero no lo va a hacer, porque buena parte de la culpa la tiene él, con su política de invasiones y expropiaciones. Ayer, en la cadena, volvió a criticar la dependencia que tiene el país de los alimentos importados. Lo dijo con su tradicional caradurismo. Volvió a prometer que Venezuela será una potencia agroexportadora. Si la facilidad que tiene para mentir, sirviera para producir alimentos de verdad el país sería una potencia agrícola. A menos que esté pensando en exportar la paja que habla, pero cada vez tiene menos «compradores».
