Pozos de El Chorrito resuelven la falta de agua a más de 20 comunidades de Petare
Pozos artesanales son la solución para más de 1.400 familias de la parroquia La Dolorita de Petare, quienes lograron solucionar así años de escasez de agua
Tras años de padecimientos por la falta de agua y de depender de otros para el abastecimiento, muchos habitantes de El Chorrito, en la parroquia La Dolorita de Petare, municipio Sucre del estado Miranda, se armaron de valor y con pico, mandarria y martillo eléctrico en mano optaron por los abrir pozos artesanales para paliar la crisis de escasez de agua, tanto en su comunidad como en zonas aledañas.
Son más de 1.400 familias de unas comunidades de la populosa parroquia las que lograron de esta manera resolver el problema de las constantes fallas en el suministro del servicio de agua potable, que sumieron al sector en una sequía casi permanente.
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Pese a que los habitantes de esta zona tienen más de una década padeciendo por la falta de agua potable y la mayoría se abasteció por años de las primeras casas que prestaban el servicio, el boom de los pozos de agua –que pasaron de ser cuatro a un más de 26-, inició tras la sequía crónica desatada por el apagón nacional ocurrido en marzo de 2019, cuando las bombas eléctricas que suministraban el servicio dejaron de funcionar y la total ausencia del líquido se extendió por toda el Área Metropolitana.
Gente de distintas zonas acudía a El Chorrito para llenar sus pipotes, garrafas, bidones y tanques, situación que dejaba por fuera a muchos residentes del sector.
“Nosotros, siendo vecinos, nos levantábamos a las 6:00 am y ya no había chance de llenar, con las colas larguísimas que se hacían”, dijo Yanny Marcano, vecina de la comunidad y propietaria de un pozo desde hace año y medio. Señaló que de allí surten cuatro casas de sus familiares y el comedor de la zona. “Tenemos turnos para el llenado. Un día para cada casa y si queda la vendemos”, indica.
Otros que se unieron a esta modalidad fue la familia Flores. “Hace tres años que cavamos, pero el agua que tenemos es para el consumo interno y en ocasiones, cuando hay mucha sequía, prestamos colaboración a los vecinos. No vendemos”, dice Gina Flores, habitante de El Chorrito I, parte baja.
A su vez, Tirso Flores relata que después de años de depender de otros para llevar agua a su casa decidió abrir un pozo de 2,90 metros de profundidad, que llena 18 pipotes diarios de 200 litros cada uno. “Un grupo de ingenieros de la sanidad en su momento realizaron pruebas al agua para determinar si estaba apta para el consumo humano, y concluyeron que el agua es pura de manantial”, asegura.
Mamá Chicha, la pionera
Avelina Lozada, mejor conocida como “Mama Chicha”, fue una de las primeras pobladoras de El Chorrito y la primera persona que encontró agua a un metro de profundidad, cuando hacían el levantamiento de las columnas para la construcción de su vivienda, a mediados de en la década de los 70.
“Mi mamá llevó una muestra a la sanidad para saber si era apta para consumir y resultó ser agua pura de manantial”, dijo Ramón Antonio Lozada, hijo de Mamá Chica. “Al principio, el nuestro era solo de un metro de profundidad, pero luego lo profundizamos cuatro metros más, porque se le vendía al público y se montó una lavandería”.
Actualmente, los hijos y nietos de Mamá Chicha son los encargados del pozo, del que sacan de 20 a 25 pipotes de 200 litros en la mañana y otros 15 en las tardes, principalmente para la venta. Entre las comunidades que se benefician de esta iniciativa están Turumo, Petare, La Lira, Guaicoco, Mariche, San Isidro, Las Marías y El Limoncito, entre muchas otras. El precio por la recarga de agua varía según el recipiente: el garrafón tiene un precio de 10 mil bolívares, mientras que el pipote de 200 litros cuesta Bs. 100 mil.
De esta forma, los residentes de las distintas zonas de El Chorrito solucionan la problemática del agua para sí mismos y para habitantes de otros lugares, mientras que algunos, además de haberse librado de la falta de agua, generan ingresos.