PPT SA, por Teodoro Petkoff
No podemos aceptar que so capa de superar vicios y defectos de Pdvsa (que los tiene), y/o para “castigar” a los dirigentes del paro, sea preciso dañar la empresa de tal manera que su operatividad se vea severamente amenazada.
Para reparar las cañerías de una casa no es necesario echarla abajo, ni siquiera si sus ocupantes tuvieren un comportamiento que al dueño le disgusta. Diez mil despidos van mucho más allá de sancionar a los señalados como responsables del paro, que no pueden ser más que unos pocos centenares, a lo sumo.
Diez mil despidos hablan de una venganza, de miles de pases de factura movidos por quién sabe qué motivaciones bastardas. Diez mil despidos denuncian a una minoría resentida y, tal vez, mediocre y mezquina, que ahora ve llegada la hora de los cuchillos largos. Aquí no hay ninguna razón vinculada a la eficiencia operacional o gerencial.
Es imposible hacernos creer que esas diez mil personas son responsables de la existencia de la famosa “caja negra” o del “estado dentro del estado”, ni que, mucho menos, sean quienes deben pagar por el paro. Diez mil despidos transforman a Pdvsa en PPTSA.
Pero la actitud del gobierno respecto de Pdvsa no es casual y tiene un trasfondo ideológico. Algunos de los “expertos petroleros” que se colgaron de la chaqueta de Chávez tienen años hablando de la empresa en los mismos términos en que lo hacían de las antiguas compañías extranjeras. Para ellos Pdvsa fue siempre una suerte de enclave residual del “imperialismo”. Esas concepciones han inspirado la actitud de Chávez en su embestida. No de ahora, por cierto, cuando le pusieron la oportunidad en bandeja de plata (pero este es tema de otro análisis), sino desde la campaña electoral.
Los infantiles delirios del ultraizquierdismo han conducido no a enfrentar racionalmente las perversiones que se han acumulado en Pdvsa sino a hacerlo del modo más irracional y destructivo, culminando ahora con el petrocidio.
Es cierto que el Estado venezolano perdió el control del día a día de la política petrolera. El MEM es apenas la cola del enorme perro que es Pdvsa. Pero eso no se remedia enanizando a esta, ni “ocupándola” con directivas punitivas o, como ahora, con este genocidio laboral, sino reforzando al MEM. En estos cuatro años de charlatanería “revolucionaria” no se hizo nada para superar la minusvalía del Ministerio frente a la empresa.
Error garrafal que el gobierno de Chávez no reparó.
Es verdad que Pdvsa es relativamente una “caja negra” y que su manejo administrativo es opaco (aunque no tanto como dicen sus críticos “revolucionarios” ) y es inaceptable que el accionista pueda ser desorientado a veces por manejos contables no muy claros. Todas las grandes corporaciones, por lo demás, tienden a desarrollar esas perversiones y sus tecnócratas llegan a manejarlas como si fueran dueños de ellas. Basta con recordar los casos recientes de Enron y World.com. La clave, sin embargo, es el control, sobre todo en el caso de empresas estatales y no la de forzar su apertura a punta de dinamita, como si de una bóveda bancaria se tratara. “Con modo todo se puede” , aconsejaba Bolívar. Pero nuestro elefante en cristalería no cree en eso. Lo suyo es a palo limpio. Como en el cuartel. De donde nunca salió.