Premio de consolación para Zelaya, por Simón Boccanegra
Chacumbele le encontró una chamba a Manuel Zelaya. Lo nombró algo así como Comisario Político de Petrocaribe. ¿Le habrá preguntado a los países de ese acuerdo qué opinaban de la designación de ese gran especialista en asuntos petroleros para el carguito? Conociendo el espíritu democrático, amplio y dado a la consulta que caracteriza a nuestro presidente es bien probable que haya sido una ocurrencia repentina y que disparó desde la cintura sin tomarse la molestia de echarles un telefonazo para saber cómo podían ver el nombramiento. No se aclaró si el puesto es ad honorem o con verdes del imperio quince y último, pero lo que si es seguro es que Mel no será remunerado con «sucres».
A un tiramealgo de su estatura, rico de cuna, heredero de Zelaya padre, famoso éste por la masacre de campesinos trabajadores en su hacienda, que le reclamaron mejor trato y mejores salarios, no le pueden venir con cobas en materia de «cuanto hay pa’ eso». Lo suyo es en dólares contantes y sonantes.
Como cuando buscó a Chávez. Esta parte de sus declaraciones del domingo es cierta. Fue Mel quien buscó a Chávez y no al revés. En cuanto se enteró de que en Venezuela había un tipo en la presidencia que andaba buscando clientes, inmediatamente estiró la mano. Dame lo mío, olvídate de que soy de derecha, de que soy latifundista y de que jamás me ha importado un comino la suerte de los pobres. Si el precio a pagar para hacerse reelegir era transmutarse en «revolucionario» y «socialista». Mel estaba dispuesto a sacrificarse.
Chacumbele, que es un imán para los vividores, sacó la billetera y el gran Mel ingresó a la ALBA. Sólo que los otros dueños de Honduras se lo tomaron en serio y dado que perro que come manteca mete la lengua en tapara, lo sacaron de acuerdo con lo que son, a los trancazos.
De hambre no se iba a morir, desde luego, porque ese si que no cree que ser rico es malo, pero, de todos modos Chacumbele le entregó premio de consolación, Petrocaribe.