Premio Nacional a Mezquindad, por Simón Boccanegra
Vendo esto al costo, tal como me lo vendió una fuente militar, de cuya credibilidad no tengo razones para dudar. El 17 de agosto pasado se precipitó al mar, en las costas de Anzoátegui, un helicóptero de la Marina, modelo Bell 412, matrícula ARBV0608. Viajaban a bordo diez oficiales y suboficiales y sólo sobrevivió uno de ellos.
Eran el vicealmirante Luis Berríos, el contraalmirante Villarroel, el capitán de navío José Manuel Ferreira Da Silva (oficial de altísimo nivel: primero de su promoción y único en la historia de la Academia Naval en haber obtenido todos los premios que concede el Alma Mater de los marinos militares), el capitán de fragata Otto Cerrutti, el teniente de navío Freddy Zabaleta (quien era el piloto), los tenientes de fragata José Manuel Grosso y Martín, los sargentos primero Vera Valera y Vera Martín y el sargento segundo Ervis González.
Pues bien, a este grupo de distinguidos oficiales y suboficiales no se les han rendido los honores militares correspondientes, que ordena el protocolo militar en estos casos. ¿La razón? Circula el rumor de que de este grupo o de parte importante de él se dudaba de su fidelidad a la «revolución bonita» y por tanto Chacumbele, con la hidalguía y el don de gentes que lo caracterizan, se niega a dar ese póstumo reconocimiento a estos compañeros de armas.
¿Cierto? ¿Falso? Este minicronista no tiene los pelos del burro en la mano para decir cuál es su color, pero no puede dejar de expresar la suspicacia que despierta que más de un mes después del accidente, los honores militares no han sido rendidos, lo cual da, para pensar lo menos, verosimilitud al rumor que rueda por los predios de la Armada.