Primera del noveno, por Teodoro Petkoff
Hoy comienza la recolección de firmas para solicitar la revocación del mandato de 38 parlamentarios de la oposición. Las razones para esa solicitud poco tienen que ver con el desempeño de esos diputados y sí mucho con la confrontación política y la polarización que la singulariza. En otras palabras, al igual que la solicitud que se hará la semana próxima para revocar el mandato del Presidente, la que desde hoy se extenderá hasta el lunes es parte de la crisis, constituye una de sus expresiones.
¿La oposición pretende revocar a Chávez? Pues entonces el gobierno tratará de revocar a la mitad de los parlamentarios de la oposición. Por ahora no es el resultado efectivo de la recolección lo que desvela al gobierno sino el contra-reafirmazo como acto político de masas, como movilización popular. Después se verá si las firmas le alcanzan para el propósito específicamente referendario. En el MVR hay serias dudas acerca de que las firmas les alcancen para revocar a todos los que quisieran. Pero esta es harina de otro costal. Por ahora armarán bulla con lo que hagan en estos próximos cuatro días. Gritarán duro para moralizar sus fuerzas y desmoralizar las del adversario.
Más allá de esto, lo verdaderamente significativo está en el hecho de que este toma y dame se desarrolla sobre el tablero democrático. La dinámica democrática ha venido arropando y arrinconando a los cultores de la violencia. Fuera de algunos lunáticos que merodean en los extremos de ambos bloques, que se la pasan lanzando profecías y proposiciones apocalípticas, la corriente principal que mueve los episodios de firmazos y reafirmazos responde a la tradición de un país culturalmente hecho a las soluciones electorales.
En páginas interiores traemos un extenso reportaje analizando los distintos escenarios posibles en relación con los resultados de la recolección de firmas y el eventual defenestramiento de aquellos para los cuales alcancen esas firmas. De acuerdo con nuestro análisis habría cuatro grupos de revocables. Uno primero, de los «impelables», para quienes tanto el número de firmas como el de votos es relativamente fácil de lograr. Un segundo, de los «fifty-fifty», para los cuales no es difícil recoger las firmas suficientes pero necesitan un número elevado de votos para ser depuestos. Un tercero, de los «cuesta arriba», que son los elegidos por lista y para los cuales el número de votos para sacarlos no es muy alto pero el de firmas sí lo es, lo que hace improbable su salida.
Un cuarto, de los «blindados», para los cuales tanto el caudal de firmas como el de votos es tan alto que luce prácticamente imposible que dejen de sentarse en su curul. El paisaje parlamentario podría sufrir algunas alteraciones, pero el resultado de esta jornada sólo se conocerá efectivamente una vez concluida la verificación de las firmas y el conteo de las válidas. Esa es la responsabilidad del CNE y debe ejercerla de modo tal que no se creen situaciones indeseables, con la manipulación de cifras engañosas. Y esto vale para los dos momentos de recolección de firmas.