Primeras lecciones, por Simón García
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Analizados con la modestia que da la distancia, el desenlace de la elección presidencial en los EEUU se hará un factor, real y poderoso, de nuestra situación interna. El papel del presidente electo resultará más eficaz cuanto más esa potencia democrática demuestre la fortaleza de sus instituciones frente al interés personal de un líder.
Ese peso ha sido evidente en las iniciativas de la oposición, especialmente después de la proclamación de Guaidó como presidente interino, lo que marcó una estrategia de gobierno dual con la finalidad de derrocar al gobierno de Maduro o lograr un acuerdo con el oficialismo sin su presencia. Esta vara alta que se le colocó a una salida negociada tomó en cuenta la existencia de un empate catastrófico en enero de 2019, que en el último año se ha venido resolviendo a favor del gobierno.
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Frente al posible cambio del escenario internacional hay algunas lecciones por examinar. Entre ellas podemos anotar las siguientes:
- La solución del conflicto venezolano no depende exclusivamente de las acciones de la comunidad internacional.
- La solidaridad internacional, indispensable como presión al cambio, no basta. Es incompleta sin fuerzas internas articuladas por estrategias democráticas, representativas de la sociedad y vinculadas a los problemas humanitarios que afectan a la población.
- Se requiere influir para que los sujetos internacionales actores de la solidaridad, en los dos ámbitos geoestratégicos: EEUU, Unión Europea, China, Rusia y el Grupo de Lima encuentren un marco mínimo común.
- Revisar las sanciones dentro de una negociación que mejore las condiciones democráticas en Venezuela. La flexibilización de aquellas sanciones que arrojan costos sobre la población afectada por la pandemia y por la destrucción de la economía, debe acompañarse de mayor presión para debilitar el autoritarismo del régimen y su inserción en una alineación geopolítica no democrática.
- Acordar una oferta realista de transición, reconociendo la existencia de Maduro y el control chavista sobre las instituciones del Estado. No son viables fórmulas que se proponen el exterminio de una de las partes. La cohabitación es inevitable, incluso más allá del gobierno que surja de unas elecciones presidenciales.
- Prioridad del espíritu de unificación de los venezolanos y la adopción de medidas conjuntas de enfrentamiento a la pandemia y solución de los duros problemas de subsistencia de la población.
- Superación de la fragmentación opositora partiendo del concepto de oposición como todo lo que no está subordinado al gobierno. La identidad común es promover una salida constitucional y pacífica que conduzca a elecciones con garantías de libre emisión del voto, imparcialidad de los organismos electorales y resultados sujetos a procedimientos legales de verificación.
- En la lucha por el cambio los partidos son determinantes. Su fortalecimiento les exige una apertura que respete la autonomía de los actores, tradicionales y nuevos, que surgen de la sociedad civil y mayor disposición para encontrarse con el descontento social, incluido el de las bases chavistas.
- Sin cambio de estrategia, más que cambio de dirigentes, no habrá recuperación de la oposición. Ser una fuerza interna es saber alterar desde adentro el aparato de dominación política y control social del régimen. La estrategia insurreccional marginaliza a la oposición, reduce alianzas y fortalece a Maduro.
- Hay que volver con fuerza y determinación a la paz y a los votos. Mientras tanto, abandonar la lógica de las trincheras para destruirse en un enfrentamiento suicida de la propia oposición. Para convivir con nuestras diferencias se requiere hegemonía y consenso.
Simón García es Analista Político. Cofundador del MAS.
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