Profesor de Brasil aspira a «nobel» luego erradicar la violencia en escuela
El propósito de este profesor, Diego Mahfouz Faria Lima, era rescatar todos los jóvenes que estaban inmersos en el mundo de las drogas y la delincuencia, cosa que logró con su proyecto “Mi escuela: reconstrucción colectiva” en Sao Paulo-Brasil
La escuela Darcy Ribeiro, ubicada en Sao Paulo, era catalogada como una de las más peligrosas al ser un centro azotado por la violencia y el tráfico de drogas hasta que llegó el profesor Diego Mahfouz Faria Lima, quien aspira al “nobel de Educación” luego de transformar la institución.
Después de llegar a poner el orden, Faria es uno de los finalistas del Global Teacher Prize de la fundación Varkey, premio que lo ha impulsado a seguir trabajando en el proyecto que inició en el 2014, cuando asumió la dirección del colegio, expresó en una entrevista para EFE.
El profesor Faria relató que el escenario que recibía a quienes entraban a las aulas de clases, eran jóvenes con armas en vez de libros, se presenciaba el acoso escolar y salones quemados, a medida que pasó el tiempo fueron recibiendo sanciones como expulsiones temporales, lo que traía como resultado que en oportunidades no regresaran a la escuela.
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Manifestó que “Yo ya sabía que tendría grandes desafíos” desde el momento en que llegó a la Escuela Municipal Darcy Ribeiro, sustituyendo a la directora quien renunció tras ser agredida.
“El primer día que fui a presentarme a los alumnos salieron de dentro de los baños con carteles de ‘rebelión’, quemaron los baños, me tiraron basura, agua…”, testificó.
Actos como esos, no detuvieron el entusiasmo de Faria de querer ganarse la confianza de todos los alumnos y les puntualizó que no se daría por vencido. “Mi primera actitud fue decirles que yo no me iba a ir, que estaba ahí para quedarme y que quería escucharles”.
Faria declaró que su estrategia fue empezar a escucharlos y que ellos sintieran la cercanía de su presencia, que se dieran cuenta que contaban con él. Luego se dedicó a pintar las paredes quemadas y reunió materiales de obras que le ofrecieron escuelas cercanas.
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Comencé a darles voz, y ellos dijeron que la escuela era muy punitiva, que no eran escuchados, que todo era motivo de expulsión que era muy fea, muy deprimente…
A medida que fue trabajando en arreglar el centro educativo varios padres se le sumaron de manera voluntaria en como “arreglar un ventilador o un grifo», ayuda que le venía muy bien porque la manutención por parte de los órganos públicos “demora hasta 15 días», dijo.
Sus proyectos se basaban en trabajar el carácter sociocultural para que otros jóvenes también se interesaran y evitar que los que ya se encontraban encaminados volvieran a la vida que llevaban antes de su llegada.
“Implantamos un sistema de tarjetas estudiantiles que controlan la frecuencia de asistencia, cuando alguien falta por dos o tres días, yo mismo voy a su casa para hablar con la familia y ver por qué está faltando”.
Su proyecto denominado “Mi escuela: reconstrucción colectiva” está compitiendo por un millón de dólares, dinero que utilizará para crear su propia ONG y así “ofrecer una educación profesional (…) para retirar a los jóvenes del mundo del crimen y la marginalidad”.
Con información de EFE
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