Programa «Rojita es mi luna» enseña educación menstrual a niñas en sus comunidades
Con canciones, colores, pintura roja que representa la sangre y mucha creatividad, la Escuela de Niñas Libres Rojita es Mi Luna» les brinda un espacio a niñas de seis a 14 años de comunidades y escuelas de los estados Lara y Barinas, en donde pueden expresar sus dudas con respecto a su cuerpo sin ningún tipo de prejuicios, conocer todo lo referente a la educación menstrual y aprender a quererla y aceptarla como un proceso natural femenino
«Es una enfermedad. Da asco, vergüenza y huele mal». Por estigmas, prejuicios y tabúes provenientes de diversas creencias culturales, muchas mujeres han crecido con la idea equivocada de esconder su menstruación, al punto de usar eufemismos para anunciar su llegada y que otras personas no sospechen; como si nombrar el período en voz alta se tratara de un delito.
Para cambiar esa percepción, Mharyha Morales creó la Escuela de Niñas Libres y el programa «Rojita es mi luna«, un proyecto educativo dirigido a niñas desde los seis a 14 años que busca que estas puedan «conocer su cuerpo, amarlo, defenderlo y no juzgarlo».
Morales cuenta que su propuesta nació en el 2021 cuando durante la pandemia hizo el plan vacacional «Nos crecieron alas». En este se hablaba de la importancia de «aceptarnos a nosotras mismas, no tener estereotipos de belleza, la solidaridad y amistad que se construye entre niñas y mujeres, así como herramientas y recomendaciones para prevenir el abuso sexual». Al ver todas las dudas que tenían las niñas con su cuerpo, Mharyha escribió Rojita es mi luna, un cuento que habla sobre la menarquía (primera menstruación) y que sería el protagonista de su próximo taller con la Escuela de Niñas Libres.
«Puedo ir en bicicleta, puedo bailar, puedo tocar mis plantas y cocinar». Con una canción llamada Flores rojas, de la cantante Rebeca Lane, las niñas de la escuela aprenden a que la llegada de la menstruación, más allá de ser un proceso biológico, no tiene que ver con la madurez. «No implica que pueden dejar de jugar, vestirse como les gusta», les explica Mharyha.
«Muchas niñas ven la menstruación como una carga muy pesada porque les dicen que se vuelven señoritas, que ya son mujeres y eso les crea una presión porque creen que deben aceptar el ser cortejadas por los niños, aunque no quieran», agrega.
En cuanto a la creencia del mal olor asociado a la menstruación, Mharyha les explica a las niñas que esto se produce porque la sangre se mezcla con los químicos de la toalla sanitaria. «Les muestro una toalla desechable, muestro su olor y les digo que con la copa menstrual esto no ocurre porque la sangre no se mezcla con ningún químico», ejemplifica.
Asegura que durante los talleres se ha dado cuenta de la gran deuda que tiene la educación venezolana en materia de educación sexual debido a que la mayoría no tiene en su pensum escolar una materia que les hable a los alumnos del tema: «Más allá de lo biológico, las niñas no reconocen las diferencias entre vulva y vagina. No saben que las partes íntimas tienen nombres y lo que usan son apodos para nombrarlas», dice.
Iguales y diferentes
Mharyha también creó un taller para los niños llamado «Iguales y diferentes». En este se habla de los cambios propios de la pubertad, no tener estereotipos de género, comprender los procesos de crecimiento y «a no ejercer violencia sobre el cuerpo de las niñas dentro de las escuelas y resto de su entorno».
«Incluimos a las maestras y madres porque las necesitamos de aliadas. Nos ha ido bien porque la respuesta de las madres nunca ha sido prejuiciosa, sino más bien agradecida por las herramientas que reciben para acompañar a sus hijas durante su primera menstruación», cuenta.
Dentro de los espacios escolares, la directiva y maestras «han sido muy receptivas, e inclusive, dan sugerencias para mejorar el espacio escolar para que las niñas se sientan seguras y puedan menstruar con dignidad».
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Pobreza menstrual
La ONG Acción Solidaria publicó en su encuesta más reciente que una de cada cuatro mujeres no cuenta con productos de higiene menstrual en su hogar, por lo que deben recurrir a otras opciones improvisadas.
En el recorrido por las escuelas y comunidades, Mharyha ha encontrado que muchas niñas deben faltar a clases por no tener productos de higiene menstrual. «Se ponen trapitos o papel. Como les da miedo mancharse, prefieren faltar a clases», señala.
Resalta que, además, muchos centros educativos no cuentan con servicios básicos como el agua. «Otras instituciones no tienen instalaciones sanitarias, o tienen una sola poceta en el baño de niños y niñas. Todos estos factores hacen que el ausentismo escolar sea mayor», lamenta.
«Estamos haciendo el esfuerzo para hacer donaciones de toallas de tela porque si no, no van a poder vivenciar su experiencia de manera correcta», acota.
Mharyha ha buscado la forma de enseñar a las mujeres y niñas acerca de los beneficios de la copa menstrual. «Todavía hay muchos prejuicios sobre ella. Otras no la conocen», afirma.
Desde su creación en abril de 2022, año en el que se creó el proyecto, 255 niñas de comunidades y escuelas ubicadas en los estados Lara y Barinas, han participado en el taller de educación menstrual «Rojita es mi luna». «Hemos visitado cuatro escuelas y siete comunidades», afirma Morales.
La Escuela de Niñas Libres todavía no cuenta con apoyo por parte de ninguna organización. Con la ayuda de amigas que difunden la iniciativa para obtener algunas donaciones y sus propios ahorros, Mharyha ha logrado mantener su proyecto que tiene como meta llegar a otros estados del país. «Nuestro próximo plan es llegar a Caracas», expresa.
Para conocer más del proyecto ingresa a la cuenta de Instagram @escuela_de_ninaslibres
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