Pudreval lo tiene loco, por Simón Boccanegra
La última maniobra distraccionista intentadapor Atila, que fue buscarle camorra a Holanda, por la supuesta violación de nuestro espacio aéreo por parte de un avión de ese país, terminó como comenzó: como una mamarrachada. Silenciosamente, el gobierno dejó la cosa así, vista la imposibilidad en que se encontró de demostrar su temeraria acusación. La verdad es que Atila, no sin razón por cierto, tiene una verdadera fijación con lo de Pudreval. Ya no encuentra qué inventar para que los venezolanos nos olvidemos de una comida tan podrida como el propio gobierno. Pero el primero que no permite que nos olvidemos es él mismo. No hace sino hablar del tema. Sin embargo, qué fácil le sería mostrarse como un gobernante serio y ponerse al frente de una verdadera investigación y no de este simulacro que adelanta la Fiscalía, que tiene presos a tres chinitos de Recadi, mientras los capos de las mafias andan tranquilazos, seguramente maquinando nuevos guisos para esquilmar a la nación. ¡Ah malhaya que aquí no hay un verdadero Parlamento! En este Sea World, donde retozan focas y manatíes, aplaudiendo a su domador, han negado siete veces (con la de ayer fueron ocho) la proposición de abrir un debate y una investigación sobre el caso Pudreval. Eso define perfectamente la catadura política y moral de quienes allí llevan la voz cantante. Dejar podrir la comida tiene su contraparte en la negativa a establecer la responsabilidad del desaguisado (y del guiso). Lo uno va de la mano con lo otro. El Parlamento encubre a los trajinadores y guisadores de Pudreval y sus cómplices en todas las demás instituciones involucradas en ese atraco a la nación.