Pugnando por la democracia, por Ysrrael Camero
Vamos a unas elecciones en un contexto autoritario. En este momento tenemos gobernaciones y alcaldías no controladas por el PSUV. No tenemos representantes en la Asamblea Nacional porque no participamos en las parlamentarias de 2020. Y esa ausencia no nos ha acercado a la democracia.
La acción de las fuerzas democráticas en un contexto autoritario deberían buscar acercarnos a la democracia o, en caso de que esto no fuera posible, defender aquellos espacios donde aún existen prácticas democráticas.
Hay dos líneas de acción. Postular candidatos o no hacerlo. Ambas presentan dificultades importantes.
Postular candidatos te permite darle visibilidad al mensaje democrático, preservar y construir alternativa a ojos de los mismos ciudadanos, te permite construir organización y reactivar prácticas democráticas entre los ciudadanos (hacer asambleas, recorridos, propaganda), lo que hace visible que somos mayoría, como se demostró el 28 de Julio. Esta visibilidad es clave, así como el legado organizativo.
La realización de la campaña permite que los ciudadanos vuelvan a conectar la agenda social (los problemas cotidianos) con el liderazgo político. Se genera movilización alrededor del hecho electoral, por lo que puede meter presión contra el gobierno autoritario. Todo esto incluso en un contexto represivo se monta sobre una idea: aprovechar cada fisura que tenga el régimen autoritario para colocar ideas y prácticas democráticas alternativas. Todo esto sin hablar de la defensa de las espacios para la ciudadanía.
¿Qué pasa con la línea abstencionista? Parece estar cargada de una inmensa carga moral. Defender el resultado de las elecciones del 28 de julio negándose a participar en ningún evento electoral ni institucional hasta que esto se resuelva. ¿Qué significa que se resuelva? Imagino que hasta que Edmundo González Urrutia tome posesión de la Presidencia con todos los atributos vinculados. ¿Cómo se plantea hacer eso? Hasta este momento el énfasis está colocado en incrementar la presión externa, más sanciones, más países reconociendo como presidente a Edmundo. Más ruptura de relaciones diplomáticas con los países democráticos. Aislar a Venezuela de la comunidad internacional hasta que el régimen se rompa. Se parte de la idea de que una mayor presión externa sería acompañada de una mayor movilización interna. Aunque sabemos que, en el contexto de represión y persecución que se vive en Venezuela, la capacidad de movilización está muy debilitada.
A pesar del discurso moral que lo acompaña la estrategia abstencionista es desmovilizadora, por su propia naturaleza (quédate en tu casa), pero también por experiencia histórica, cada vez que nos hemos abstenido hay una desmovilización masiva y un debilitamiento organizativo. Esta desmovilización le facilita al régimen la autocratización del país. La oposición deja de existir institucional y socialmente. Luego toca volver a reactivar a la gente.
La idea de una abstención activa queda en el ambiente. Eso corresponde a una estrategia insurreccional para la que no tenemos ni organización ni conexiones, por lo que no parece posible.
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La estrategia abstencionista, centrada en la presión externa, es vanguardista, porque coloca el protagonismo en una pequeña elite, que se ve a sí misma en la vanguardia de un proceso, pero que además se encuentra fuera del país en su gran mayoría, y otros en la clandestinidad. Es una estrategia que no construye más vínculos internos, y desactiva o debilita los existentes, llevando a cada uno a encerrarse en su propia vida.
Estoy convencido de que la estrategia de la participación nos acerca un poco más a la democracia, así como hace partícipe a la ciudadanía de sus propios espacios ganados democráticamente. La abstención le facilita al gobierno su estrategia de control total y nos aleja aún más de la democracia.
En América Latina tenemos 3 regímenes autoritarios. Cuba, Nicaragua y Venezuela. En Cuba no existe ninguna presencia institucional de la oposición, no hay partidos distintos al oficial ni posibilidad de organización autónoma. En Nicaragua la oposición ha sido demolida y desaparecida. En Venezuela aún se mantiene algún margen de acción autónoma de partidos de oposición, que tiene aún espacios institucionales, como gobernaciones y alcaldías, para accionar. Debemos defender esos espacios y evitar descender a estadios como los de Nicaragua y Cuba. Eso se hace participando cuando los momentos de fisura se presenten, entre otras cosas.
Ysrrael Camero es historiador y miembro del partido político Un Nuevo Tiempo
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