Pura coba, por Teodoro Petkoff

La verdad es que uno de los puntos fuertes de este gobierno es su capacidad para la simulación; la enorme facilidad con la cual Yo El Supremo da carácter épico al más banal de sus actos y transforma en epopeya las más triviales de sus conductas. A lo que no es sino farsa pura y simple suele darle un cariz dramático con una habilidad de prestidigitador que no puede negársele. Ahora anda con la melodía de la “nacionalización petrolera”, que, según él, habría puesto fin a la nefasta “apertura petrolera”. Cuando anuncia que el 1º de mayo “ocuparemos” las empresas petroleras de la Faja del Orinoco, un desprevenido o un ramonet podrían imaginar una audaz operación militar, llena de riesgos, full de romanticismo revolucionario, tomando campos petroleros artillados, en poder del imperialismo.
Nada que ver. Todo es una mera operación de compra de acciones a compañías que ya eran socias de Pdvsa en la Faja. De hecho, Pdvsa tenía el 49,9% de las acciones en “Petrozuata”, el 41,7% en “Cerro Negro”, el 38% en “Sincor” y el 30% en “Hamaca”. Simplemente se les compra a las transnacionales la cantidad suficiente como para que la participación de la compañía estatal llegue al 60% del capital accionario. Ahora somos socios mayoritarios, pero socios, en fin de cuentas. A las compañías “imperialistas” se les pide, incluso, que permanezcan aquí. Eso está bien y es sensato, pero que no se nos diga que con ello se borran los “últimos vestigios de la nefasta apertura petrolera”. No, la apertura sigue viva. Las compañías siguen aquí. Más aún, tan viva está, que en el Delta del Orinoco y en el Golfo de Venezuela se les ha entregado concesiones, como en tiempos de Gómez, a cuanta transnacional, imperialista o no, anda por este mundo. Cuánto va a costar la ampliación de la sociedad con los “imperialistas” no se ha dicho, pero en todo caso, que la Nación tenga mayoría en su sociedad con las compañías “imperialistas” en principio no es nada objetable. Sobre todo ahora, que las condiciones del mercado son tan favorables y los proyectos ya van alcanzando su maduración. Pero, por favor, no se nos presente con fanfarria y redoblantes una vulgar operación bursátil como si fuera emblema de una gesta nacionalista y revolucionaria. ¡Por favor!
Ya con la transformación de los convenios operativos en empresas mixtas se había efectuado otro acto de magia, pero este sí totalmente reprochable. Pífanos y tambores resonaron para cantar la hazaña mediante la cual se “obligó” a las transnacionales de los convenios operativos a asociarse con Pdvsa. Todas aceptaron. Lo único que discutieron fue los términos del contrato. Comprensible. Fue un negoción. De meras contratistas, que sólo prestaban un servicio por el cual se les pagaba, pasaron a dueñas y beneficiarias del valor de la mitad del petróleo que extraen. Curioso nacionalismo éste. Ni el más descocado de los neoliberales hubiera tramado tamaña entrega de nuestra soberanía. Todo es coba, pura coba.