Que decida el pueblo, por Teodoro Petkoff
La salida de esta crisis terrible tiene que producirla la voluntad democrática del pueblo venezolano. Imaginar que en esta confrontación cada día más profunda, una parte puede imponer su voluntad a la otra por la fuerza, es una ilusión peligrosísima. Eso sólo puede llevar a un choque armado de impredecibles consecuencias. Por el contrario, la presencia masiva de los venezolanos en las calles, como hoy, en paz pero con firmeza, forma parte de un proceso que debe conducir inexorablemente a una consulta popular que permita al país entero decidir sobre su destino.
El gobierno no puede ignorar la voz de la calle. Dirigir el país en medio de una crisis de gobernabilidad permanente es imposible. Esta tensión brutal, con crecientes episodios de violencia, con las FAN fracturadas y sus diferentes facciones al borde de un choque armado, con la sociedad pagando el precio de un deterioro económico indetenible, es inaguantable. A nadie más que al gobierno interesaría una consulta popular que defina las cosas. Con ayuda de la OEA en muy poco tiempo puede ser realizada y la fijación de su fecha contribuiría a dar un poco de sosiego a la población. El gobierno debería concertar esto con la oposición. Si permanece sordo al clamor popular, la crisis se profundizará y la tentación de arreglar esto a la brava dominará los espíritus tanto en el gobierno como en la oposición. Una solución militar, cualquiera sea su origen, chavista o antichavista, entraña serios peligros para la vida democrática. Las bayonetas sirven para cualquier cosa menos para sentarse sobre ellas. Lo que los votos decidieron hace tres años, sólo los votos deben decidirlo ahora.