¡Qué gamelotal, Dios mío!; por Simón Boccanegra
Hugo Chávez ya como que está desvariando. Su capacidad de hablar pistoladas ha llegado a alturas himaláyicas. El discurso del sábado fue todo un Everest de tonterías. Ahora dizque tiene un decreto para entregar a los trabajadores el control de las empresas que participen de un paro contra él. Fue, sin duda, una contribución a la reactivación de la economía. En otro momento, ofreció el «camastrón» para una línea turística internal. Olvidó que en diciembre pasado lo había propuesto a los jefes de Estado de varios países caribeños reunidos en Margarita para una línea aérea en el Caribe. Pero con lo que se la comió fue con lo de la central obrera «revolucionaria», que «no se deje manejar por sectores del gobierno ni de los partidos políticos», pero que «debe coordinarse, enlazarse con los partidos políticos de la revolución, donde Hugo Chávez es el comandante». O sea, sólo la manejará él. El Único. Puras sandeces. Sin embargo, uno no sabe qué admirar más en ellas, si la estulticia disfrazada de franqueza o la ingenuidad aparente de quien cree pendejos a los demás.