¿Qué guarda la caja negra de la oposición?, por Wilfredo Velásquez R.

En la oposición venezolana están representadas todas las variantes que conforman la tipología general de los políticos.
En este grupo social la moralidad, la integridad y la vocación de servicios deberían ser las características personales predominantes. Por las condiciones de liderazgo que pretenden ejercer, los políticos deberían reunir las condiciones típicas de cualquier líder, deberían ser capaces, honestos, inclusivos y esencialmente democráticos e innovadores.
Los políticos deberían ser personas comprometidas, con su país, su región y su localidad dentro de una concepción global de la humanidad, tanto geopolítica como territorial y ambientalmente.
Esta enumeración desordenada y mínima de las características de un líder, son difíciles de conseguir dentro del liderazgo de la oposición venezolana
Para intentar establecer una tipología de quienes dirigen la oposición, tendremos que empezar señalando que hay básicamente dos oposiciones, una la oposición AL régimen y otra la oposición DEL régimen.
Como características comunes, es justo resaltar que los líderes de ambas oposiciones tienen rasgos similares.
En cuanto a su condición ideológica, no tienen posición alguna, sólo cuentan con un portafolio ideológico que como definía Foucault, al hablar del homo económicus, están naturalmente predispuestos a permutar, trocar, intercambiar o vender.
Para ellos, sus posturas políticas, son mercancías en oferta permanente y ellos mismos pequeñas empresas, unipersonales, con exclusivos fines de lucro y solo lucro.
Otra características comunes a ambas oposiciones es la movilidad partidista, son veletas movidas por los vientos mayoritarios y las posibilidades de acceso o acercamiento al poder que generan los partidos.
En esta concepción mercantil que tienen de ellos mismos, entienden que su valor no depende del liderazgo real que puedan construir, sino del valor de mercado que puedan lograr de la información, poder de decisión, voto, acuerdo, o negociación política, que puedan manejar para transar con el régimen, o cualquier grupo económico nacional o internacional, siempre en detrimento de los interés nacionales o del erario público.
Como reza una conocida máxima del neoliberalismo: “Cada quien llega al mercado con lo que tiene, bienes o trabajo» y como nada tienen y de trabajo saben muy poco, en su mayoría, terminan siendo su propio capital y la información que manejen y su capacidad para incidir o decidir sobre algún asunto, su mercancía más valiosa.
En resumen son, de oficio, mercaderes de las decisiones que comprometen los intereses nacionales
Esto no siempre fue así. Podemos establecer diferencias, que aunque parezca absurdo, atienden más a lo generacional que a lo ideológico.
En la denominada generación del 28, para arrancar desde el siglo pasado, solo para hacerlo coincidir con la era petrolera, que es cuando empezamos a tener una mercancía (comoditie) con valoración internacional, las características resaltante, de los líderes tanto de derecha como de izquierda, era el compromiso con lo nacional.
Después de la desaparición de Gómez, la confrontación era, básicamente entre democracia y dictadura, los mecanismo de acceso al poder fueron los golpes de estado o las elecciones, los golpes representaban el estancamiento y la barbarie y las elecciones intentaban el crecimiento y desarrollo democrático.
Tanto los líderes de la izquierda, como los demócratas de esa etapa tortuosa de nuestra historia , terminaron sus vidas dentro de los estándares normales económicos. No murieron en la pobreza ni en medio de la riqueza escandalosa.
Surgieron en esa época importantes grupos económicos, a la sombra del estado, pero no podemos decir que fueron los líderes políticos de esa generación, los principales beneficiados de los recursos públicos.
Los líderes de esa generación, surgieron, en su mayoría, durante la resistencia al gomecismo y terminaron con el acceso al poder del chavismo.
La siguiente generación, la del 58, venia inoculada por el virus antinacional del comunismo.
Se distanciaron de sus partidos para lanzarse a la aventura castrista, así miembros de URD, Acción Democrática y por supuesto el PCV, siguieron los escabrosos pasos del Che y los Castro, y hasta miembros del Copei, crearon organismos de izquierda revolucionaria imitando al cura Camilo Torres.
Los cincuentiocheros de los partidos que siguieron esta vía, quedaron temporalmente excluidos del reparto de cargos y prebendas, durante el tiempo que duró la guerrilla.
Posteriormente a la pacificación , y gracias a la representación proporcional de las minorías, que ahora promueven desde la Mesa de Negociación, se incorporaron a la fiesta democrática, sin disculparse ante el país por la muertes y el atraso que significó sumirnos en dos décadas de subversión, tratando de entregar el país a Cuba y Rusia.
Los cincuentiocheros, no pudieron convivir con la generación del 28, que les negó el paso, y que de no ser por la insurgencia del chavismo, hubieran muerto en funciones de gobierno.
Solo algunos pudieron insertarse, especialmente en el gobierno de CAP, durante la creación del “paquete” que terminó por hundir el experimento democrático más largo de nuestra historia.
Los cincuentiocheros, rebeldes y comunistas, engendraron una generación sin nombre, que corresponde a la juventudes de los partidos que participaron en la insurgencia, en su mayoría hicieron vida política en las universidades y lograron incursionar en el Congreso y el Senado, algunas alcaldías y gobernaciones.
Con la llegada del chavismo, participaron en funciones de gobierno por poco tiempo, puesto que el chavismo solo aceptó a los que se postraron o mimetizaron en el PSUV.
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Esta oposición DEL régimen, actúa dentro de la Mesa Nacional de Negociación, pasaron la última década en hibernación, hasta que un medio televisivo les sacudió el polvo y les convirtió en punta de lanza contra la AN.
A este grupo de características psicopáticas, expertos en la trampa y el ardid político, se le pueden sumar otros grupos de características similares, provenientes de las entrañas del régimen y otros de la generación sin nombre cuyos liderazgos no fructificaron entre los partidos tradicionales.
Luego hay dos generaciones muy seguidas, una nacida en el seno de las universidades, que surgieron al calor de las Ongs, en momentos en que las luchas reivindicativas estudiantiles, estaban en sus niveles más bajos, algunas pasaron de ONG a partidos políticos, al inicio de su ascenso ocuparon con relativo éxito algunas alcaldías y posteriormente algunas gobernaciones, esta generación nació en los 90 y maduró con el nacimiento del siglo, es la generación de la transición entre la democracia y el chavismo.
Básicamente conformada por jóvenes de la clase media con motivaciones sociales.
Se caracterizan por simular los principios democráticos, y la resistencia al régimen, para ocultar su máscara de derecha y sus ambiciones de poder político y económico. Son parte de la oposición AL régimen.
Existe otra generación, la más reciente que ya algunos clasifican como la 2007, estos jóvenes no conocieron la vida democrática del país, nacieron políticamente en medio de la efervescencia socialista y tienen el valor y merecen el reconocimiento de ser una juventud confrontada con las posturas socialistas, son naturalmente opositores idealistas, y sin solidas posturas teóricas o ideológicas, a ratos parecen liberales clásicos, neoliberales y hasta socialistas, en su mayoría de discursos incendiarios de escaso contenido, pertenecen al grupo de la oposición AL régimen.
En apariencia han aceptado la dirección y el liderazgo de la generación de la transición al chavismo.
Este escenario multifacético, representa a groso modo el liderazgo opositor, que unas veces parece avanzar decidido hacia la derrota del régimen y otras veces frena el ímpetu democrático de un pueblo que, afortunadamente, supera los obscuros manejos de unos líderes, que en las más cruciales situaciones parecen no serlo.