¿Qué hacemos con el gabinete económico?
Cuando una crisis golpea a las puertas de un gobierno es casi una receta de librito la de cambiar el gabinete ministerial. Es una manera de materializar la voluntad de rectificación y de proyectar una imagen de renovación en la política que se adelanta. En nuestro caso, aparte de otros cambios ministeriales que también son necesarios, los del gabinete económico son absolutamente prioritarios. Es cosa de días para que recupere toda su fuerza la dimensión económica de una crisis que hasta ahora ha estado dominada por sus rasgos políticos y militares. Sin embargo, las dificultades fiscales son inmensas, la economía real está paralizada -acalambrada por tasas de interés asesinas-, el sistema financiero tiene flancos vulnerables, el desempleo juega garrote y la inflación alta asoma sus feas fauces. Si unimos esto a la fractura en la FAN y a la polarización social y política, tenemos un coctel letal. El actual gabinete económico ya está agotado y con sus actuales titulares no hay manera alguna de inspirar un mínimo de confianza.