¿Qué hay en la caja negra?, por Teodoro Petkoff
Autor: Teodoro Petkoff
El desprecio del gobierno por la opinión pública en general así como, incluso, por la opinión de sus propios partidarios, se hace patente en el caso de la venta de la filial alemana de Pdvsa, Ruhr Oel. Que el gobierno haya firmado una carta de intención con el grupo ruso Alfa sin que nadie en el país, más allá del cogollo que nos gobierna, haya sido siquiera informado y, mucho menos, consultado, define toda una concepción autoritaria del poder; una concepción muy poco democrática. Las leyes, la Constitución, son para aplicárselas a los “enemigos”, no para igualarnos a todos ante ellas, porque para los “amigos” se gobierna discrecionalmente, al margen de toda normativa.
En materia petrolera, decisiones tan importantes como las de la nacionalización, la internacionalización (que llevaron a la adquisición, entre otras empresas, de la mitad de Ruhr Oel) y las de la apertura dieron lugar a debates parlamentarios y extraparlamentarios amplios y profusos. En tales ocasiones el Congreso Nacional consultó la opinión especializada de todos los sectores políticos y económicos y de ello puede dar fe el propio Alí Rodríguez, quien era presidente de la Comisión de Energía y Minas y organizó la vasta consulta para la apertura petrolera. Quienes estaban de acuerdo y quienes estaban en desacuerdo tuvieron oportunidad de expresar sus puntos de vista.
Los contratos que se desprendieron de esas políticas fueron discutidos y aprobados por el Congreso. Igual ocurrió con los contratos para la compra de activos en el exterior. Este sentido democrático del ejercicio del mando no lo tiene Chávez ni siquiera con su gente. No hay convidados de piedra más patéticos que los dirigentes del MVR, que, como el cornudo del cuento, son siempre los últimos en enterarse de los designios de Yo, El Supremo.
¿Por qué se quiere vender Ruhr Oel? Veamos qué dice la propia Pdvsa de sus negocios en Alemania.
“Los costos operacionales de las refinerías de Ruhr Oel son compartidos por igual por nosotros y Veba Oel (…) Nosotros recibimos 50% de los ingresos por las ventas de Veba Oel de los productos procesados en las refinerías de Ruhr Oel, menos los costos operacionales y de mercadeo. Este arreglo proporciona efectivamente a Ruhr Oel resultados constantes de equilibrio. Nosotros suministramos crudo a las refinerías de Ruhr Oel y recibimos ingresos por las ventas de productos refinados atribuibles a ese petróleo crudo”.
A la luz de estas consideraciones de la propia Pdvsa, el gobierno debería explicar las razones para desprenderse de esa filial. ¿Es un mal negocio Ruhr Oel?
Pero, si, por ventura, se demostrase la pertinencia de su venta, entonces ¿por qué, en todo caso, no se abre esa privatización a distintos postores, para aceptar la mejor oferta, sino que se pretende cerrar el negocio con un único ofertante, en condiciones muy opacas? Ese fue el camino de las corruptas privatizaciones de Menem y Salinas de Gortari. Las privatizaciones a dedo son el escenario ideal para toda clase de negocios sucios. Si anteriormente Pdvsa podía ser tachada, no sin razón, de “caja negra”, ahora no sólo lo es más que antes sino que además se ha vuelto tenebrosa.