¡Qué hiciste, Diosdado!; por Simon Boccanegra
Diosdado Cabello ayer dejó caer un flaicito a las manos. Les recriminó a los obispos que hablaran de la pobreza mientras se desplazan en carros de lujo. Eso lo llaman mentar la soga en la casa del ahorcado. Nadie habla más de pobreza que la gente de este régimen. No hay sino que oír al presidente, quien hasta llegó a sugerir la posibilidad de cambiar La Casona por un apartamentico. (Por cierto, esa misma noche le dijo a un amigo de entonces, que esperaba que no lo fueran a tomar en serio: doble discurso.) Pero los símbolos de status de los héroes de la revolución son el Cartier de siete mil dólares y las camionetas 4 por 4. Hablamos de pobreza pero nos mudamos para Valle Arriba. Raro esto de Diosdado, porque no sólo dejó fama de competente y serio, en Conatel, sino también de gentil y tolerante. Sus primeros pasos en la Secretaría fueron también conciliadores y desde la misma casa de donde sólo salen improperios contra los medios, Cabello anunció contemporización y un nuevo tiempo en las relaciones con los comunicadores. Bueno, habrá que creer que al mejor cazador se le va un conejo.