¡¿Qué hiciste, papaíto?!, por Simón Boccanegra

La verdad es que muchos de los funcionarios de este gobierno tienen una puntería para acertar siempre el blanco del error que se la envidiaría el propio Guillermo Tell. Se necesita vivir realmente en Babia para decir, como hace el general Arévalo Méndez, viceministro del Exterior, que «Carlos», el inefable «Chacal», no es un terrorista «porque no cometió actos de terrorismo en Venezuela». Que un gobierno se ocupe de la suerte de uno de sus nacionales preso en otro país, no es extraño. De hecho, Estados Unidos se ocupó de que se respetaran los derechos de Lori Berenson, la gringuita de Sendero Luminoso (más terrorista, imposible), juzgada en Perú. Pero entre aquella carta estrambótica, a los comienzos de su gobierno, que Chávez enviara a Ilich Ramírez, y esta boba afirmación del viceministro, este minicronista no puede sino preguntarse qué concepción de la política inspira a sus autores. Con el mismo criterio Arévalo Mendez podría decir que los kamikazes de las Torres Gemelas y del Pentágono no son terroristas porque no cometieron sus actos en Venezuela. Lo que lleva a preguntar, entonces, qué terrorismo fue el que condenó Chávez.