¡Qué se embraguete el árbitro!, por Teodoro Petkoff
La aplicación de las normas sobre publicidad y propaganda para la recolección de firmas y para los referendos constituye un reto decisivo para el CNE. La parte más importante de ese reto es cómo meter en cintura al Presidente porque este caballero no tiene el más mínimo sentido de las proporciones y su incontinencia verbal lo lleva a cometer verdaderos desafueros, que en una campaña electoral pueden ser terriblemente dañinos. El abuso presidencial de las cadenas y el desenfreno con el cual insulta a sus adversarios, unido al hecho de que, por razones obvias, el Presidente constituye la pieza más prominente del tablero político y el peso de su palabra es muy superior al de cualquier otro dirigente político, obligan al CNE a prestar especial atención a su comportamiento electoral. Aunque las normas todavía no habían sido publicadas en la Gaceta Oficial y por tanto aún no estaban vigentes, el Presidente las conocía y el domingo en su programa se había comprometido a respetarlas, pero la buena intención le duró menos de 24 horas. Ayer, en una cadena convocada para un propósito completamente distinto, Chávez metió el tema de las firmas y agredió a sus adversarios tildándolos de «traidores», «conspiradores» y «golpistas» y dedicó bastantes minutos a desarrollar el argumento falaz de que firmar para solicitar un RR para él es firmar nada menos que contra la patria.
En este caso, Chávez violó al menos dos artículos de las normas: uno, el que prohíbe a los organismos públicos involucrarse en la campaña; otro, el que prohíbe descalificar ofensivamente a los contrarios. Si esta conducta se repite una vez publicadas las normas, es de esperar que el CNE tomará cartas en el asunto y sancionará las infracciones.
Como, obviamente, tendrá que hacerlo ante las que provengan de la oposición. Ayer un canal de televisión había transmitido, hasta las cuatro de la tarde, varias decenas de minutos de cuñas de la oposición. La norma establece dos minutos diarios. Es probable que, al igual que Chávez en su cadena, se haya actuado así aprovechando que todavía no estaba vigente la normativa, pero si en el futuro inmediato este tipo de conductas persiste, el CNE tendrá que actuar con mano muy dura porque son su autoridad y su credibilidad las que están en juego. La primera vez que se deje tocar la cara, que deje impune un abuso, se podría desatar una dinámica infernal. Ayer, por ejemplo, como respuesta al desmadre de cuñas en la televisión, sectores afectos al gobierno amenazaron con una cadena de tres horas para la noche. Afortunadamente, la intervención del CNE logró desmontar esta intención y en vista de ello anoche mismo ordenó la publicación de las normas.
El respeto a la ley, a las normas y al árbitro resulta decisivo en esta etapa para asegurar una solución pacífica y democrática a nuestro embrollo y para ir colocando los fundamentos de un futuro menos neurotizado por esta enloquecedora polarización. Utilizar la recolección de firmas de tal modo que opere, aun involuntariamente, como una coartada para la violencia sería suicida para la nación. En este caso vale la pena recordar el apotegma de Benito Juárez: el respeto al derecho ajeno es la paz.