¿Qué viene después?, por Simón Boccanegra
Vamos a suponer que las afanosas investigaciones del inspector Ego Chávez conducen a demostrar que Simón Bolívar murió envenenado –desde luego, porque ni de un tiro ni de una puñalada fue. ¡Ajá! ¿Cuál sería la consecuencia práctica de eso? ¿Contratar a Isaías Rodríguez, ahora que está sin chamba, para que descubra tanto a los autores materiales como los intelectuales del asesinato, que, por supuesto, no pueden haber sido sino colombianos? Conocido como es su fulgurante éxito en las investigaciones sobre el asesinato del fiscal Danilo Anderson, Isaías seguramente no tendrá dificultades en encontrar en Colombia no uno sino varios «testigos estrella», como Geovanny Vásquez, que gustosamente darían fe de que el autor intelectual no pudo haber sido otro que el malvado Francisco de Paula Santander, en tanto que el desalmado que administró la pócima fatal habría sido el médico Alejandro Próspero Reverend. Una vez establecido este punto, ¿cuál sería el siguiente paso? ¿Demandar a Colombia ante el Tribunal de La Haya, por pago de daños y perjuicios? ¿Pedir la expulsión de Colombia de la OEA? ¿Nombrar a Piedad Córdoba mediadora para lograr que Uribe reconozca el crimen cometido por la oligarquía colombiana y pague las reparaciones del caso? ¿O, solución épica, declararle la guerra al hermano país para que responda por la muerte de El Libertador? ¡Quién sabe qué tendrá preparado Ego Chávez!