Quiebralotodo, por Teodoro Petkoff
Vamos a suponer que este despelote que tiene armado aquí Chacumbele con eso del «socialismo del siglo XXI» tenga algún viso de seriedad y que el interfecto de verdad está pensando en un nuevo orden social. Repetimos, en el supuesto negado de que así fuere, el más elemental sentido común debería llevarlo, antes que nada, a un examen crítico de qué fue lo que pasó con el llamado «socialismo real», cuyo máximo exponente fue la Unión Soviética, y cómo y por qué su economía se desfondó sin dolientes, y cómo y por qué su réplica tropical y caribeña, Cuba, es una ruina económica, sobre la cual se levanta una sociedad disfuncional.
Si de verdad quisiera avanzar hacia un socialismo menos nebuloso del que pregona, debería sacarse de la cabeza babiecadas como esa que soltó a propósito de las pérdidas de La Electricidad de Caracas, que eran las mismitas que decían los «planificadores» soviéticos para justificar la terrible ineficiencia de su economía, que terminó finalmente por llevar a ese imperio a tirar la toalla en la competencia con el otro imperio, el gringo.
La Electricidad, por primera vez en su historia, registró 300 millones de bolívares fuertes en pérdidas y ¿qué dijo Chacumbele? «Dicen que arrojó pérdidas… Es la visión capitalista… No es la misma EDC capitalista, no, es socialismo». El señor Chacumbele debería saber ya, con un somero estudio del desastre económico soviético y cubano, que si el conjunto de la economía no produce un excedente económico, no hay cómo financiar la mera vida de la sociedad y mucho menos el bienestar de la gente. Una economía así inevitablemente se estanca y luego degenera. Y con ella toda la sociedad.
El señor Chacumbele cree que puede mantener vivas las empresas estatales quebradas o deficitarias gracias a la plata del petróleo, que le permite subsidiarlas. Por eso sugiere que las pérdidas de La Electricidad no importan.
Esto puede durar un tiempito pero no es sostenible en el largo plazo. El mejor ejemplo de esa equivocada concepción «socialista» es Guayana, cuyas empresas, no sólo bajo el capitalismo de Estado chavista, sino también bajo el capitalismo de Estado adeco-copeyano, se han ido transformando en unos cascajos ya al borde del derrumbe. Si hasta Edelca, la joya de la corona, tiene sus finanzas comprometidas porque el resto de las empresas estatales no le pagan la electricidad que les suministra.
El señor Chacumbele seguramente ve en esta práctica absurda una expresión cabal de su «socialismo». No sería extraño oírle, en alguna de sus peroratas, que Edelca manifiesta así «solidaridad socialista» con sus clientes, también estatales.
Curiosamente, la única empresa de Guayana que le pagaba a Edelca era Sidor… durante los pocos años en que fue privada, porque cuando era estatal, antes de su privatización, tampoco pagaba.
Ahora, que es nuevamente estatal, se dejó de esas prácticas capitalistas de pagarle a Edelca.