¿Quién apoya a Chávez?, por Teodoro Petkoff
A estas alturas del partido vale la pena preguntarse por la estructura social del poder de Hugo Chávez. ¿Cuál es la naturaleza del régimen? ¿Qué sectores sociales le sirven de soporte?
Una primera aproximación permitiría definirlo como un régimen bonapartista (el calificativo alude al segundo Napoleón, llamado “el pequeño” ).
Aunque la presidencia de Chávez no surgió de un golpe de Estado militar, la columna vertebral de su poder es la Fuerza Armada Nacional. No existiendo hoy ninguna clase social a la que pudiera definirse como dominante, la institución armada, colocada por encima de las clases sociales, conducida por el caudillo, ejerce el rol de estamento dominante.
Con el apoyo de esta, Chávez ha venido protagonizando una suerte de golpe de Estado permanente, tragándose, uno tras otro, a todos los poderes públicos, mientras la FAN se consolida como árbitro y tutor de la sociedad. No se trata pues, de un mero gobierno militar, en el sentido en que pudo haberlo sido el de Pérez Jiménez, que, en última instancia, era vicario de intereses económico-sociales predominantes, incluyendo los del imperialismo gringo de entonces, sino de un régimen militar relativamente autónomo respecto de clases sociales.
Pero, simultáneamente, posee una fuente de legitimidad de origen popular. No son ni la clase media ni la clase obrera los cimientos del poder chavista, pero sí es en esa inmensa masa de población urbana, que pudiera denominarse pobrecía, donde se encuentra la viga maestra de la fuerza social que respalda al régimen. No es una clase social propiamente dicha, sino el resultado de la desintegración social provocada por una economía petroestatal, incapaz de absorber las porciones crecientes de venezolanos que cada año ingresan al mercado laboral, estimados hoy en unos 400 mil. Se aglomeran allí millones de desclasados: trabajadores informales, desempleados crónicos, miles y miles de amas de casa superempobrecidas, ex campesinos engullidos por la ciudad y un extenso lumpen proletariat –todos víctimas de un sistema que va moliendo a la parte más vulnerable de la sociedad, dejando una suerte de residuo de desheredados, prestos a reciclar lo único que les queda, la pobreza y la esperanza, con cualquier caudillo carismático que se aparezca en el horizonte.
Pero, mientras hoy la vieja burguesía venezolana, siempre débil, verdadero cero a la izquierda político, se debate entre sus convicciones y sus negocios, está naciendo una nueva burguesía, llamémosla burocrática (la “acumulación primitiva” en la cual se origina está en la corrupción administrativa), que si bien no ejerce un rol dominante en tanto que clase social, sí asume como suyos los valores del bonapartismo chavista y se siente a sus anchas con este. Pronto, desde luego, se entrelazará, económica y socialmente, con la vieja burguesía.
Un “regreso al futuro” puede vivirse leyendo sobre el México de 1927 en adelante, cuando de la revolución lo que surgió fue el PRI, los Azcárragas, los Slims y tutti quanti. Por ahí vamos.
Bonapartismo más poder de los nuevos ricos.