¿Quién dijo miedo?, por Teodoro Petkoff
Chávez como que cree que los demás son pendejos. ¿Qué sentido puede tener cambiar el desfile aéreo de Maracay para Caracas, como no sea el intimidatorio? Chávez quiere mostrar, asociadas a una decisión suya, parte de las armas de las que se jacta. Siempre, desde que existe la Fuerza Aérea, su desfile anual se ha celebrado en Maracay, que es su sede. Por eso, llevar a cabo la parada aérea este año en Caracas, sin nada que lo justifique e incluso contrariando el sentido común, no puede ser visto sino como un acto vinculado a la realización del paro cívico. Chávez quiere asustar pero, como le viene ocurriendo últimamente con mucha frecuencia, de nuevo se equivoca. Asusta el que puede, no el que quiere. Y Chávez no puede.
Chávez no se acostumbra al juego democrático. Mejor dicho, no sabe jugarlo. Lo suyo es la confrontación permanente. Todo el tiempo está como un muchachito: «pongan en una esquina su sociedad civil que yo pongo en otra la mía a ver cuál es más grande»; «si hacen una manifestación de escuálidos de cien mil personas yo hago una de cien millones»; «hagan su paro»; «atrévanse»; «pa’ las cacerolas, cohetes y aliprimerazos» y así por el estilo, desde hace tres años. Como esos adolescentes que compiten a ver quién orina más lejos.
Ahora resolvió contrarrestar la protesta ciudadana con una suerte de fiesta patronal de aquí al 10, que va desde los tumbarranchos del 6, para acompañar su cadena y tratar de silenciar las cacerolas, hasta los jets pasando rasantes sobre Caracas el 10. Reiríamos ante este montón de ridiculeces de no ser porque algo muy serio y siniestro se esconde detrás de ellas. Una amenaza antidemocrática se cierne sobre el país. La Fuerza Aérea va a ser utilizada, en tiempos de paz, como instrumento de disuasión contra el propio pueblo venezolano. A los pilotos de la Aviación, entrenados durante años para defender los cielos de la patria, se les va a emplear ahora en la tarea de «asustar» a sus propios compatriotas. Chávez, quien tantas veces ha dicho que las armas de la República jamás se volverían contra el pueblo, ahora, traicionando sus palabras, quiere amenazar con ellas a esos venezolanos que, con los derechos que les consagra la Constitución, desean protestar democrática y civilizadamente determinados actos del Gobierno. Chávez no tiene derecho alguno a manejar la FAN como guardaespaldas. La Constitución le prohíbe colocarlas a su servicio o al de cualquier proyecto político. Pero, lo más grave para él, es que no logrará su propósito. Así como la institución armada no es golpista, tampoco es autogolpista. El 10 la gente disfrutará, desde sus casas, el vuelo de los aviones y seguirá cumpliendo con su paro.