¿Quién gobierna el país?, por Guzmán González Urdaneta
¿Quién gobierna el país? o ¿Quiénes deberían gobernar el país? Eso mismo discutía con mi estimado Darío Corrales, que a diario nos leemos en redes e intercambiamos ideas. A veces discrepo de sus argumentos, a veces lo aplaudo. Aunque él dice que soy terco, pero racional y analítico. Seguramente lo hace por hacerme sentir bien. Lo cierto es que mientras más discutamos en decencia y analicemos escenarios, conseguiremos una pronta solución a tanta cosa, que hasta ya ni nombre tiene todo lo que estamos pasando.
Tranquilos que acá no hablaré exactamente de los hombres que gobiernan o dirigen Venezuela, no. Daré un paseo suave y agradable de quienes deberían gobernar un país. Después tendremos tiempo para hablar de los presidentes, las asambleas, las fiscalías, las defensorías y los tribunales que tenemos.
En realidad, no importa quién o quienes gobiernen el país si lo hacen con honorabilidad, si no mienten, si no tratan de comprar la dignidad del pueblo y vender la suya propia, si lo hacen con honradez; que no defrauden el patrimonio del Estado ni malversen el erario público
Con humildad; que el poder no se le suba a la cabeza y se vuelvan arrogantes y déspotas, que entiendan bien y no de la boca para afuera que el poder es una responsabilidad y una carga a la vez, y se usa únicamente para servir a los demás y no para servirse de él, además deben hacer de ejemplo a los gobernados; de buen ejemplo; así como un padre enseña a su hijo y se sabe bien que el ejemplo es la mejor forma de enseñar.
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¡Cuidado con lo que se enseña; seguro se cosechará lo que se sembró! Con justicia; verdadera equidad e imparcialidad, partiendo de la primicia de que la justicia debe ser ciega entendemos entonces que necesariamente tiene que ser totalmente independiente como el resto de los poderes del estado, disminuyendo la concentración de poder de un solo hombre que seguro este degenera en tirano, o grupo o partido político que inevitablemente degenera en oligarquía y tiranía claro está, o las dos conviviendo en simbiosis para agregar más cargas en detrimento de la libertad. Y es vital que a la vez deba existir la sana vigilancia de los poderes entre sí, muy necesaria para evitar abusos, complicidades y corrupción, ya que; “No hay peor tiranía que la que se ejerce al calor de las leyes y al amparo de la justicia.” Y tampoco debemos olvidar nunca la advertencia de Lord Acton: “El poder corrompe y el poder absoluto; corrompe absolutamente.”
Darío me explicaba parte de lo que se vivió en Roma y en efecto, en la antigua República Romana, padres indiscutibles del derecho moderno, mucho antes de que Roma soñara o pensara en imperios y emperadores esta era gobernada por el Senado quienes siendo la voz del pueblo discutían las leyes y llegaban a consensos, pero; en tiempos de peligro como guerras o catástrofes naturales recurrían a un dictador elegido por el mismo Senado, el cual no tendría que esperar las decisiones de las interminables asambleas del Senado y podría actuar rápidamente sobre la marcha antes que lo hiciera el enemigo, muy necesario en esos momentos críticos donde las decisiones se deben tomar sin demora, los romanos, conociendo muy bien la naturaleza corrompida del “hombre” tenían como ley irreductible que la duración máxima de este cargo de “Dictador” fuera de 6 meses.
En esa prístina Roma existía un patricio llamado Cincinato, y en dos ocasiones de estas tales emergencias fueron hasta él y le pidieron; aceptara ser el dictador: el aceptó; tomo el mando; organizó lo que se tuvo que organizar; batalló lo que se tuvo que batallar y venció, y Roma venció, todo esto lo hizo en un periodo menor a los 6 meses; las dos veces, aunque la ley le permitía que fuera dictador por 6 meses; él sin embargo en ambas ocasiones eligió dejar el cargo y regresar a su casa y a su arado. Hombres con tales virtudes de desapego, servicio y amor a la patria serían sin duda los ideales para gobernar cualquier país.
Además, y tan importante como todo lo anterior tiene que haber alternabilidad en el poder, que los gobiernos no duren eternamente y que todos los cargos a elección popular se sometan a elecciones periódicas, libres y transparentes a través del voto directo, universal y secreto, dejando así al pueblo decidir
Recordemos las palabras de Montesquieu cuando decía: “Un gobierno que dura mucho se descompone poco a poco y sin notarlo” o del mismo Bolívar que seguro leyó a Montesquieu en su juventud; decía: “Cuando un gobierno dura mucho; este se acostumbra a mandar y el pueblo a obedecer de donde se origina la usurpación y la tiranía”.
El poder puede llegar a ser embriagante y muchos que no están preparados para manejarlo y de una forma u otra llegaron a ostentarlo sucumben fácilmente a las delicias de él, y quedan atrapados cual esclavo a su amo, literalmente como moscas en la miel, y pueden llegar a hacer cualquier cosa para detentarlo, se descomponen poco a poco y cada vez más rápido y sí que lo notamos; mienten, calumnian, roban, manipulan, intimidan, persiguen, encarcelan, abusan, torturan, traicionan, asesinan, blasfeman, violan todas las leyes, violan todos los derechos, incluso hasta los más básicos con tal de no soltar el poder, usurpan el poder y secuestran el país arrastrando tras de sí a millones de almas en medio de su loca y desaforada carrera a la total corrupción. Salomón en su gran sabiduría inspirada por Dios escribió en su proverbio 29:12 “Cuando un gobernante atiende la palabra mentirosa; todos sus servidores se corrompen.”