¿Quién mueve la plancheta?, por Aglaya Kinzbruner
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Cuando el escritor William Peter Blatty (El exorcista 1971) oyó la historia del joven de catorce años Ronald Edwin Hunkeler, enseguida pensó que eso haría una excelente novela. En ese tiempo él se desempeñaba como profesor en la Universidad de Georgetown pero siempre sujeto a la picadura del mosquito del placer de la escritura. Hizo algunos cambios a la historia de la vida real. Por ejemplo cambió el personaje principal de un joven increíblemente talentoso al de una muchachita ni fu ni fa. Sabía muy bien de las necesidades del lector que quiere sentirse siempre un poco superior al protagonista de la novela. De ahí el éxito de Madame Bovary, aparte del hecho de que es un lujo de novela.
Ronald Edwin Hunkeler nació en el 1935 en Cottage City, Maryland. A los catorce años empezó a experimentar ciertos fenómenos paranormales. Su madre enseguida pensó que eso se debía a la influencia de su tía Tillie, Mathilda Hendricks, espiritista, quien en vida, le enseñó a su sobrino a utilizar la Tabla Ouija para comunicarse con los muertos.
Su madre lo llevó donde médicos, psiquiatras y afines con el resultado que éstos dijeron que el muchacho estaba bien. Pero no era así, extraños arañazos aparecieron en su piel en algún idioma desconocido y consulta aquí y consulta allá, le recomendaron recurrir a un cura. Así llegó a unos Jesuitas cerca de su casa que le hicieron 20 exorcismos en un plazo de tres meses. William Bowden, uno de los sacerdotes que presenció las intervenciones, narró lo que vio en el diario Case Study by Jesuit Priests en el que describió sucesos paranormales.
Fue dado de alta en abril de 1949 luego de haber tenido una visión del Arcángel Miguel blandiendo una espada en llamas. Esta noticia fue publicada en el Washington Post.
Sin haber sufrido demasiado daño por los espíritus de la Ouija o los exorcismos, este joven talentoso llegó a ser un genial ingeniero de la NASA que realizó aportes esenciales a la misión Apolo 11 que aterrizó en la Luna. A él se deben los paneles anti calentamiento que recubrían la nave para evitar su desintegración durante su reintroducción en la atmósfera. Aunque su vida científica fue notable, atestiguado por cuarenta años de trabajo incansable en la NASA, según confidencias de su pareja al New York Post, siempre se sintió algo atribulado.
¿Culpa de la tía Tillie? ¿De la Ouija? Ahora que se acerca el 31 de Octubre, Noche de Brujas o Halloween, es bueno reflexionar algo sobre nuestros adolescentes y a lo que están expuestos. ¿Está bien celebrar el 31 de Octubre? Claro que sí. Representa una antigua tradición celta de reverencia y respeto hacia las almas de los muertos. A continuación vienen el Día de Todos los Santos y el de Todos los Muertos.
También se puede celebrar el Día del Pacto de Punto Fijo, el 31 de Octubre de 1958, día mítico por demás porque se celebra un día en que todos los venezolanos ¡estuvieron de acuerdo!
Pero con lo que no estamos muy de acuerdo es de estimular creencias espiritistas con algo que no es otra cosa que un juguete que ha tenido un marketing increíble. ¡Se vende más que Monopolio! Veamos el nombre nada más, formado por oui que en francés significa sí y ja que en alemán significa lo mismo. Luego tiene las letras del alfabeto, los primeros diez números, un sí y un no arriba, un hasta luego y una plancheta en forma de triángulo. Sobre ese triángulo se colocan los dedos índices de los jugadores y al rato, éste se empieza a mover.
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Es interesante notar que el famoso ilusionista Harry Houdini estaba totalmente en contra del espiritismo. Hay fotos de él en el Congreso cuando se esforzaba que se aprobara una ley que prohibiese espiritismo, adivinación y otros menesteres.
Tenemos al cerebro dividido en dos hemisferios, uno izquierdo analítico y racional y el otro creativo, artístico quizás. Pero créanme, ¡ninguno es de fiar!
Aglaya Kinzbruner es narradora y cronista venezolana.
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