¿Quién se robó mi queso?, por Teodoro Petkoff
El nuevo ministro de Alimentación, que también es de apellido Osorio, debutó con unas declaraciones de bandera, dignas del anterior Osorio, quien también se caracterizaba por no saber bien de qué hablaba. Osorio Dos informa que existe un artefacto burocrático llamado Sistema Integral de Control Agroalimentario, cuya función es la de ejercer control, mediante una guía para tal efecto, sobre los alimentos distribuidos por las empresas públicas y privadas, a fin de garantizar la más eficiente distribución. Textualmente: «Esa guía te habla del rubro, las características, la empresa de origen y destino, quién lo envía y quién lo recibe, para que no se pierda nada por el camino». Ustedes han leído bien: «para que no se pierda nada por el camino».
Sin embargo, de acuerdo con un «memorando confidencial», enviado el 7 de abril de este año por el auditor general de Pdvsa, Jesús Villanueva, a su jefe, Rafael Ramírez, Pudreval había ordenado la compra, a través de Bariven, en números redondos, un millón de toneladas de alimentos entre 2007 y 2008. De ese enorme lote de mil millones de kilos, llegaron a Venezuela un poco más de 500 mil toneladas, y de lo que llegó, se pudrieron 120 mil toneladas. ¿En qué parte del camino se perdieron las 500 mil toneladas faltantes? ¿En qué puertos del Caribe está esa comida?
¿Lo sabrá Osorio Dos, por ventura? En los cada vez más desconcertados mentideros del oficialismo se dice que la «investigación» (comillas indispensables) sobre Pudreval no irá más allá de los «tres chinitos de Recadi» porque medio container más alantico están los guisadores cubanos que manejan Bolipuertos así como la ministra cubiche que tenía a su cargo todo el plan de importaciones, que en uno de los ángulos del triangulo de corrupción tiene a la empresa cubana Alimport. Y a los cubanos, ya se sabe, ni con el pétalo de una flor.
Dicho sea de pasada, sólo a la manga de mitómanos que dirige este país, únicos mortales que no se han dado cuenta del horrible fracaso que representa el comunismo cubano, se les ocurre confiar operaciones de tanta monta a los archi incompetentes gerentes de la isla, que acabaron hasta con su industria azucarera.
Pero, volviendo al tema, que son los pintorescos puntos de vista de Osorio Dos, quien, no conforme con garantizarnos que «aquí no se pierde nada», nos ilustra acerca de el por qué los alimentos que expenden Mercal y Pudreval no tienen estampados ni precios, ni fecha de vencimiento ni nada. El ingenioso Osorio Dos tiene la explicación: «Según investigaciones previas esa acción (la de eliminar los datos), es realizada por personas inescrupulosas que se han dado a la tarea de borrar dicha información». Tan sencilla que era la explicación y, sin embargo, ni siquiera a Chacumbele se le había ocurrido. El escualidismo ha organizado unas brigadas que, provistas de sofisticados borradores, seguramente proporcionados por la CIA, van de depósito en depósito y de bodega en bodega, borrando números. Te la comiste, Osorio.