¿Quieren matar a Carlos Tablante?, por Simón Boccanegra
Lo que está ocurriendo con Carlos Tablante es ya ultrasospechoso. En tres meses dos de sus escoltas han muerto abaleados. En el primer caso, Justino Herrera, un buen hombre, murió y hasta el sol de hoy no sólo no se sabe cómo sino que no se sabe tampoco si hubo alguna investigación. Ahora, Rogelio Calderón, otro caballero, ya sesentón, que acompañaba a Carlos, fallece ametrallado. Desde luego que no se puede acusar a nadie, pero, caramba, dos guardaespaldas asesinados en menos de tres meses es como demasiada coincidencia. En el incidente de ayer hay dos detenidos. Pueden ser hampones comunes, que habrían intentado robar el vehículo, pero sería temerario descartar que también hayan podido ser contratados por alguien para ejercer el rol de sicarios. Las primeras informaciones sugieren que se trata de homicidas con amplio prontuario, de modo que nada tendría de raro que haya sido así. Se impone una investigación exhaustiva porque tanta casualidad aterra y de que vuelan, vuelan.