Quiero ser mi propio jefe…, por David Somoza Mosquera

Twitter: @DavidParedes861
Emprender es una tarea un tanto complicada. Cada vez son más las personas que quieren sacar adelante su propio negocio, pero se quedan en el camino. Estudios han revelado –y esto lo avala también la Universidad Politécnica de Madrid a través de su programa de emprendimiento– que la mayoría de las nacientes empresas, entiéndase más de la mitad, no supera el tercer año de vida.
Pero también está el otro lado de la moneda: personas que tienen una idea y ni siquiera intentan lanzarla, dejando así de cristalizar un emprendimiento que podría tener un impacto positivo para el progreso económico. Además, el mundo laboral es tan competitivo, que hoy en día es imprescindible no desaprovechar ninguna oportunidad que pueda aportar beneficios.
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Ahora, para «ser mi propio jefe» –que es una de las principales motivaciones para poner en marcha una empresa– hace falta más que el deseo. En estos tiempos es necesario saber gestionar la compañía y para ello se requiere de formación. Esto tomando en cuenta que la falta de preparación sería en gran parte responsable de que fracasen algunos proyectos o que las personas no se terminen de decidir por crear nuevos negocios.
Además de lo anterior, también se necesitan determinadas competencias a la hora de emprender. La primera es la confianza personal, pues un emprendedor debe confiar en sus propias habilidades, lo cual es determinante para tomar la decisión de iniciar un proyecto que implica no ser un asalariado y poder asumir los riesgos que esto supone. De hecho, si alguien emprende es, en gran medida, porque cree poder hacerlo.
El segundo elemento vital es la flexibilidad. Los emprendedores se enfrentan a situaciones en las que deben ser flexibles para poder avanzar porque es posible que no todo salga como esperaban en los primeros intentos. Esto los obliga a volver a probar, a buscar una nueva manera de seguir adelante para superar los obstáculos y a ser flexibles con ellos mismos, con las estrategias que adopten y con las demás personas.
Y como bien señala Marcelo Berenstein en su artículo “El emprendedor debe ser flexible…”, “la flexibilidad es una de las muchas cualidades vitales de los emprendedores exitosos. Ellos comprenden que la era de la rigidez en los negocios es pretérita y nociva. Tienen la visión y comprensión para saber que el mundo de los negocios ahora se reinventa a diario, que ya no hace falta esperar años, décadas o siglos para cambiar paradigmas”.
La tercera competencia es la disposición a correr riesgos, que a fin de cuentas es parte inherente a la tarea de emprender. Sin embargo, lo importante es que en la práctica se traduzca en decisiones planificadas y acciones controladas. De lo contrario, se caería en la improvisación.
Así que emprender y triunfar en el intento es la sumatoria de virtudes naturales y adquiridas, con una buena dosis de autoestima, confianza, flexibilidad y correr riesgos. Una mezcla idónea para llevar adelante un proyecto empresarial.
David Somoza es especialista en temas de negocios y manejo de capital humano.
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