¿Quosque tandem Dávila?, por Simón Boccanegra
Como era de esperarse, el caso Carmona fue rápidamente resuelto. Contra lo que un cierto catastrofismo vaticinaba, tanto el gobierno colombiano como el venezolano se ciñeron estrictamente a la ley internacional y evacuaron el asunto sin mayor dilación. El país que asila simplemente se limita a verificar si se cumplen los extremos legales y políticos para el asilo. Si es así, como obviamente lo era en el caso de Carmona, el asilo se concede sin que ello implique ningún juicio de valor por parte del país asilante sobre el asilado. Por su parte, al gobierno del país donde se origina el problema, no le queda más remedio que otorgar el salvoconducto al asilado, para que éste abandone su país. Eso en América Latina no se discute. En este continente los políticos nunca saben cuándo les va a tocar correr para una embajada y sólo a un gorila como Odría, en Perú, se le pudo ocurrir vulnerar ese derecho sacrosanto. El punto final del asunto lo tenía que poner el canciller. Dijo que es «obvio» que el Estado colombiano tendrá que explicar cuáles fueron las razones por las que otorgó el asilo. ¿No sabe Dávila que el asilo se concede sin dar explicaciones? Es una decisión soberana. ¿Qué tanto esperan para terminar de traer a Chaderton?