Rarezas de un libro poco conocido, por Simón García
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El primer libro hecho en nuestro país fue el «Calendario Manual y Guía Universal para forasteros en Venezuela para el año 1810». La publicación merece, por las peripecias de su historia, la anotación que estampara, con su puño y letra el sabio Adolfo Ernst, en la portada del ejemplar que le regaló a James Mudie Spence durante su visita entre 1871 y 1872: «Uno de los ejemplares impresos más antiguos de Caracas y muy raro».
La primera publicación
Gallagher y Lamb llegaron a La Guaira en 1808, procedentes de Trinidad, con una propiedad que consistía en una imprenta y tres esclavos negros. Uno de esos esclavos había aprendido a componer textos en la caja de tipos móviles, entintar, imprimir, secar, prensar y encuadernar a mano. Era un tipógrafo.
Una vez que se instalaron en Caracas, abrieron su negocio en un local del centro y abordaron su primer trabajo de envergadura: imprimir La Gaceta de Carcas, el 24 de octubre de ese año, primer semanario publicado en el país, cuyo impulsor y principal redactor fue Andrés Bello, un joven funcionario de la Capitanía General.
La Guía, suscripciones y precios
Bajo autorización y auspicio del Capitán General Vicente Emparan, se inició la búsqueda de suscriptores para costear la edición del primer libro hecho en Venezuela. En La Gaceta de Caracas del jueves 27 de octubre de 1809 aparece el prospecto completo de esta obra y sus precios de venta en la capital, 10 reales los suscritos y 16 reales los no suscritos. En las provincias, al costo del ejemplar se sumaria el importe del envío.
Un tema fuera de pauta
El tema de la Guía no siguió la pauta adoptada en otros países del continente. Nuestro primer libro fue una anticipada y rudimentaria guía para turistas, aunque en la época no existía esa denominación. En el Prospecto explicativo de la obra, que se publicó en el número 68 de la Gaceta de Caracas del viernes 27 de octubre de 1809, se anuncia que ofrecerá a propios y visitantes un almanaque civil, astronómico y religioso; un directorio sobre las diversas ramas del poder publico y las personas que los desempeñan y una «ojeada histórica sobre el descubrimiento, conquista y población del país que forma hoy el departamento de Venezuela». Una guía para ilustración de forasteros, en una versión de lujo redactada por un humanista, filólogo, educador, poeta y pensador de la profundidad de Andrés Bello.
Nacionalización de un género
El libro no era una innovación. Pertenecía a un género que había aparecido antes con ese título en Madrid en 1722 y replicado en las principales capitales de los países americanos que contaban con imprentas. Según Pedro Grases en su Estudio preliminar redactado en 1959 a solicitud de la Academia Nacional de la Historia ya contaban con su correspondiente Calendario Manual y Guía para forasteros desde 1795 en La Habana; 1796 en México; 1806 en Bogotá. Pero no como primer libro que fue nuestro tardío caso.
En México, el primer libro fue La Doctrina cristiana de Fray Juan de Zumárraga en 1539; en Lima fue el Catecismo para instrucción de los indios y otras personas de Fray Gerónimo de Oraá en 1584; en La Habana, Devoción y gloria de San Agustín en 1722; en Bogotá, la Historia de Cristo paciente en 1787 editado en la Imprenta Real por el español Antonio Espinoza de los Monteros.
Rareza y tropiezos
Es una rareza, respecto a otros países, que nuestro primer libro se refiera a aspectos institucionales, políticos, sociales e históricos en vez del predominante tema religioso. Así mismo que su autor sea un civil y no un sacerdote.
Un libro con tropiezos. Su distribución y venta se había prometido en 1809 para «principios del año entrante». Pero llegó el sábado 20 de enero, día de San Sebastián, con luna llena, entrando en Libra y la publicación no aparecía.
La primera explicación del retardo se atribuyó a las dificultades para recopilar la información de las provincias. Para calmar los reclamos de los suscriptores el 2 de febrero de 1810 se informa sobre la enfermedad del operario de la imprenta, el cual muere una semana después sin posibilidades de sustitución.
Otros percances extraordinarios
Sucesos de mayor trascendencia influyeron en retrasar nuevamente el libro. La sociedad caraqueña de blancos, particularmente los criollos y algunos pardos, se agitan a medida que avanza la invasión de Napoleón a España. El 14 de abril arriba un barco a Puerto Cabello con la noticia de la caída de Sevilla y se abre un período de rápida transición política que culmina con la destitución de Emparan y la formación de una Junta de Gobierno. Se altera y transforma todo lo escrito sobre el Gobierno de la Metrópoli y las autoridades civiles y militares en el Departamento de Venezuela: la revolución del 19 de abril cambia la historia y la narración que contiene el Calendario y la Guía para forasteros debe reflejar los nuevos y deseables cambios en el poder. La guía se hace libro en una transición histórica.
Un libro incompleto
El 2 de julio de 1810 el redactor del libro informa a través de la Gaceta de Caracas que «tiene el honor de anunciarle (…al público…) que ha resuelto darle el fragmento de esta obra que estaba fuera de prensa». Decisión que se demoró seis meses porque el 5 de enero el redactor de la Guía había informado que «se haya ya fuera de la prensa la mitad del volumen…». Al fin, al menos la mitad del libro llega a manos de los lectores caraqueños el 10 de julio de 1810.
Los dos ejemplares que se conservaron de la guía no estaban completos. En el ejemplar de Spencer que resguarda la biblioteca del Museo Británico faltan 8 páginas. Esa mutilación fue subsanada con la comparación con otro ejemplar conservado por el Dr. Núñez Ponte, al cual también le faltaban otra dos páginas. Pero al cotejarlos, se pudo tener una primera edición facsimilar completa.
La pasión bellista y bibliográfica de Grases
Por otra parte, las investigaciones del académico y especialista en Bello, Pedro Grases, fueron determinantes para esclarecer que el Calendario Manual y Guía Universal para forasteros fue el primer libro impreso en Venezuela según sus verificaciones documentales. También que el autor del Resumen de historia de Venezuela que contenía esa Guía era Andrés Bello.
El libro es un incunable. En Europa para considerar un libro como incunable se toma la fecha de la invención de la imprenta por Gutenberg en 1450 hasta el 31 de diciembre de 1501, fin del siglo XVI. La data de inicio de los incunables varía en América porque son diferentes las fechas de introducción de la imprenta en cada país. En el caso de Venezuela existe, hasta ahora un consenso que clasifica como incunables los libros impresos entre 1808 y 1821. Aunque la fecha de cierre debería ser la fecha de la batalla de Carabobo que sella el final del tiempo de dominación colonial.
Cuatro, de muchos aportes
La visión de Bello acerca de la Historia de Venezuela es un abordaje desde múltiples elementos. Su enfoque intenta crear las bases de una identidad nacional.
Bello, aunque consciente de la necesidad de la fuerza, destaca dos modelos contrapuestos de conquista donde los móviles del conquistador determinan los medios de conquista. Uno se basa en la búsqueda de riqueza rápida; la ávida extracción de productos, principalmente perlas, plata y oro; el uso de la violencia para exterminar o someter a esclavitud a los aborígenes.
El otro modelo fue el practicado por Jaime Castellón, Juan de Ampíes o Francisco Fajardo en sus acuerdos pacíficos con naciones y caciques indígenas.
El primer modelo se aplicó con ferocidad durante los gobernadores Welsares, lo que fundó una imagen de la conquista asociada al terror y provocó una respuesta de los indios que ya, como escribe Bello en su Resumen de historia: «…ni la persuasión evangélica ni el cebo de las brujerías españolas pudieron mantener la buena correspondencia con los indios, ganarles un palmo de terreno sin una batalla, ni fundar un pueblo sin haberlo abandonado muchas veces, de modo que la provincia debió exclusivamente a las armas su población…»
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Bello registra múltiples causas para que el gobernador Villacinda considere la conveniencia de fundar una ciudad en la proximidad del Lago de los Tacariguas, descubierto por Pedro Álvarez en su expedición para fundar un pueblo que sirviera de puerto en el territorio de Carabobo. Junto a esta ventaja comunicacional con España, sumó otras: contar con un lugar seguro para descanso y para el aprovisionamiento por mar; facilitar la continuación de la conquista hacia el país de los belicosos indios Caracas; aprovechar la fertilidad de sus orillas para las labores agrícolas y una suficiente provisión de tierra, agua y pasto para el ganado.
Existen otros importantes aspectos tratados por Bello en su Resumen de historia que permiten valorar su más fecundo aporte antes de abandonar su país bajo la sombra de acusaciones perversas como colaboracionista con el régimen español.
Simón García es analista político. Cofundador del MAS.
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