Recompensa y patria, por Simón Boccanegra
Los militares venezolanos que están presos, acusados de haber sido sobornados por la policía colombiana para que detuvieran y entregaran al “canciller” de las FARC, podrían perfectamente argumentar en su defensa que no hicieron otra cosa que aplicar directivas de su comandante en jefe. Informados por sus superiores de la categórica prohibición de Chávez de “abrir canal alguno de comunicación con la guerrilla colombiana” y habiendo leído, visto y oído por prensa, radio y televisión a su comandante en jefe jurando y perjurando que nunca apoyó en el pasado ni apoyará en el futuro a las FARC, habían actuado conforme al espíritu de esas palabras. No vieron ningún inconveniente en colaborar con las autoridades del otro lado en la detención y entrega de un tipo de quien el comandante en jefe ha dicho que ni él ni quienes lo enviaron para acá deben ser apoyados. En ese sentido perfectamente podrían alegar que recibir una recompensa no es incompatible con prestar ese servicio a la patria. Seguramente, podrían añadir, que si es patriótico cobrar una recompensa por, digamos, entregar al general González González, ¿por qué no va serlo por entregar a una gente de la cual el comandante en jefe dice que no merecen apoyo y violan nuestras leyes? Lo digo porque he sido informado de que el coronel detenido es un chavista de uña en el rabo y no es de creer que se sintiera “traidor a la patria y a la revolución” por hacer lo que hizo.