Rector de la ULA sobre salarios: Tenemos personal que está pagando por trabajar
Los salarios de la ULA y de cualquier universidad pública se establecen en función de tablas salariales y beneficios calculados en función del salario mínimo, que se mantiene en Bs 130 desde marzo de 2022. El reciente ajuste de la remuneración aprobado por Nicolás Maduro no mejora sus condiciones y, en el caso de los jubilados, las empeora
La crisis del sistema público de educación superior es multidimensional, pero el problema principal en la actualidad es de carácter económico, pues las cuentas no alcanzan para cubrir todos los gastos que requiere una universidad para ofrecer educación de calidad, importante para formar a los futuros profesionales que tomarán las riendas del país.
De acuerdo con el rector de la Universidad de Los Andes (ULA), Mario Bonucci, el paupérrimo salario mínimo pagado a la administración pública y la práctica ausencia de presupuesto asignado a la institución provocan como consecuencia que el personal gaste más dinero del que gana por trabajar en la universidad, financiando esta responsabilidad con la remuneración obtenida de empleos adicionales.
«Tenemos personal con dos y tres empleos, que con ese segundo trabajo están pagando el transporte con el que se movilizan hacia la universidad o la comida que consumen. Están pagando por trabajar», confesó en declaraciones recogidas por La Nación.
Uno de los casos que permiten evidenciar la penumbra que padecen los docentes, obreros, el personal administrativo e incluso los directivos de la universidad es el de la persona encargada de formular los presupuestos, que trabaja los fines de semana en un mercado vendiendo verduras.
«Tenemos un caso emblemático, el funcionario que nos hace la formulación presupuestaria, con gran formación académica y profesional, viernes, sábado y domingo vende verduras en un mercado; para poder trabajar lunes, martes y miércoles en la universidad con un salario de miseria», relató.
En el caso particular de Bonucci, confesó que sus ingresos son inferiores a $100 mensuales y que sobrevive en el país gracias a las remesas que recibe por parte de sus familiares radicados en España. Sin embargo, su compromiso con la institución está sujeto a una vida de trabajo para la universidad.
«Las dos maestrías que tengo, mi casa, mi carro, todo se lo debo a la ULA ¿Cómo yo no voy a devolverle todo eso que ha hecho por nosotros? Esa es la misma manera de pensar de aquellas personas que hacen posible que la universidad permanezca abierta, herida pero más viva que nunca», razonó.
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A pesar de que muchos docentes se mantienen por vocación a su trabajo enseñando y al compromiso que, sienten, tienen con sus estudiantes; muchos otros han decidido buscar otros rumbos por la precariedad salarial. En estos momentos se estima una deserción de profesores de un 10% y de empleados y obreros en torno al 6%.
Los salarios de la ULA y de cualquier universidad pública se establecen en función de tablas salariales y beneficios calculados en función del salario mínimo, que se mantiene en Bs 130 desde marzo de 2022. El reciente ajuste de la remuneración aprobado por Nicolás Maduro no mejora sus condiciones y, en el caso de los jubilados, las empeora.
«Le van a pagar un sueldo a los profesores activos mientras que a los jubilados les pagan el 70% de eso ¿Por qué los van a diferenciar, si ellos le han dado su vida a la nación? Hemos tenido que convencer a unos cuantos jubilados para que se queden con nosotros. Entre el 30% y 40% de nuestra nómina son jubilados. Muchos de ellos no están cobrando absolutamente nada por seguir trabajando y, encima de que están trabajando de gratis, el bono es del 70%», denunció.
Cero inversión en la ULA
Así como ocurre con los profesores, la institución sufre las consecuencias de la ausencia de dinero, pues no recibe las cantidades necesarias para mantener la operatividad y mucho menos para realizar las inversiones pertinentes para actualizar e innovar la infraestructura y los equipos.
Bonucci detalló que en 2020 recibieron un 50% del presupuesto que originalmente se había asignado. La historia en 2021 fue aún peor, con tan solo un 10%, que además en divisas representó un 1% debido a la devaluación de la moneda; mientras que en 2022 la cifra fue aún más pequeña con un 3,24%. «Vale decir: no existe el presupuesto», reflexionó.
Según la autoridad universitaria, la ULA requiere unos $30 millones tan solo para renovar la infraestructura, pero que si se habla de inversión tecnológica, el monto podría duplicarse o hasta triplicarse.