Redes y educación presencial, por Gisela Ortega
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Desde hace algunos años es un lugar común deplorar la velocidad con que se transforma nuestro planeta por motivos tecnológicos. El mundo de hoy es tecnológico.
Si bien es cierto que las modernas tecnologías y redes sociales pueden abrir un mundo diferente en el proceso de la enseñanza-aprendizaje, el primer obstáculo a superar es la relación profesor-alumno que da la educación presencial, la cual está enmarcada dentro de una larga tradición, desde hace casi mil años.
La educación a distancia, indudablemente, puede cumplir la función de impartir conocimientos, pero solo la instrucción supervisada y presencial puede dar cuenta de su capacitación y de su progreso, dándole cierto grado de seguridad y confianza en su poder de de observación.
La tecnología no es solamente la aplicación de métodos y técnicas modernas a la enseñanza, es un cambio radical de sistemas para el cual los profesores no han sido capacitados.
Ellas forman parte de un proceso complejo que se ocupa del análisis, la planificación y la adaptación de esos conocimientos y destrezas. Con la tecnología educativa el papel del pedagogo sería, además de enseñar, el de analizar programas y evaluar los medios educativos.
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En términos generales, si la educación a distancia piensa coexistir con la educación presencial, el profesor tiene que recibir entrenamiento en el uso de las modernas tecnologías, que puedan hacer más agradable el proceso de enseñanza-aprendizaje sin los obstáculos y limitaciones que tenemos actualmente y, por cierto, son muchos Las tecnologías jamás podrán sustituir al maestro por más que las tendencias recientes traten de dirigir los esfuerzos en la dirección opuesta.
Hoy en día, la tecnología ha revertido sobre la educación un avance a pasos agigantados. El hecho de que la tecnología llegue a la educación con tanta fuerza es el resultado de una sociedad dependiente, a todos los niveles, de los diferentes avances tecnológicos.
Las redes sociales han ganado un espacio importante en los ámbitos laborales, personales e, incluso en lo educativo, por esta razón no podemos dejar de lado su influencia hacia los estudiantes.
El objetivo es volverse un agente activo y no pasivo de las redes sociales, es decir, que cada uno de los alumnos que acceden a estas plataformas las vean como un espacio de aprendizaje o de biblioteca digital, que ayude a fomentar y distribuir información de manera responsable. Esta labor se debe realizar con los profesores y la familia, ya que sin el apoyo de cada uno de los entes es imposible obtener un cambio en el uso de las mismas.
El profesor, J. M. Pérez-Barco, en su artículo publicado en el diario ABC en 2013, ¿A qué edad hay que regalarle el primer móvil a un niño?, señala: «Los niños españoles tienen en sus manos estos dispositivos a edades muy tempranas y de forma generalizada». Y es que, en datos del Instituto Nacional de Estadística de España, en 2014 tres de cada diez niños de diez años poseían un celular. A los 1os doce años disponen de esta herramienta el 69% y a los 14, el 83%.
Normalmente, explica J.M Pérez-Barco, “el motivo por el que el niño recibe el smartphone es debido a la presión social que reciben en el aula. A los doce años, el paso de la primaria a la secundaria supone una revolución. A esas edades se forman grupos de amigos en el WhatsApp (el servicio más utilizado por los adolescentes). Si el chico no tiene móvil está fuera de ese canal de comunicación.”
Pero esto entraña algunos riesgos: que el alumno dedique demasiado tiempo al móvil dejando de lado el estudio y a riesgo de incumplir las actividades diarias. Aunque lo peor es ser víctima del ciberbullying, imágenes comprometidas, entre otras amenazas.
“En definitiva —afirma— hoy en día la educación viaja de la mano junto a la tecnología, camino de una sociedad inmersa en las herramientas electrónicas para realizar cualquier acción aunque, para los padres responsables del uso de estas tecnologías supone una gran responsabilidad, dadas las consecuencias negativas que pueden provocar en el contexto social del alumno.”
El siglo XXI está considerado como la “era digital”, las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación han influenciado notablemente en los procesos de enseñanza-aprendizaje.
La enseñanza pasa de ser un proceso individual a ser uno social, mediante el uso de las herramientas colaborativas, tales como:
El blog, cuyas aportaciones a la educación son descritas por el profesor Fernando González Santamaría, en su trabajo: “Herramientas colaborativas para la enseñanza, usando tecnologías web y redes sociales”, publicado en 2014.
Wikis, son sitios web que permiten la construcción colectiva del aprendizaje, en los cuales los participantes pueden editar la información creada por otros, ver el historial de las participaciones y construir colectivamente un documento.
El proyecto Facebook en educación. Dentro de sus objetivos resalta el experimentar con nuevos programas de enseñanza-aprendizaje dirigido al trabajo participativo, generar conocimiento de forma colectiva, y estimular las habilidades tanto técnicas como sociales de los participantes, las cuales son necesarias en la sociedad actual.
Ning: es otra plataforma para la creación de redes sociales, según el Informe Horizon Edición Iberoamericana 2010. Es un entorno en el cual se integran comunidades de docentes e investigadores en áreas especializadas y de desarrollo profesional.
Gisela Ortega es Periodista.
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