Remedo de amnistía, por Teodoro Petkoff
No es lo mismo amnistía que indulto y estos no son lo mismo que sobreseimiento. Amnistía es un acto legislativo, es decir, en principio, dictado por el Parlamento, que cancela juicios o penas, dejando sin efecto cualquier consecuencia de una acción punible. Para no buscarle cinco patas al gato aceptemos que dentro del marco de la Ley Habilitante el Presidente estaba facultado para promulgar ese decreto con fuerza de ley.
El indulto es una atribución presidencial que implica un perdón que se otorga a personas condenadas por una sentencia firme que las declara culpables de uno o varios delitos, por los cuales se encuentran en prisión o presidio.
El sobreseimiento es un acto por el cual un juez o el propio Presidente (sólo en el caso de juicios militares) puede dar por terminado, por razones de interés general, un juicio en el cual todavía no ha habido sentencia, ordenando la libertad de las personas que se encuentren presas. Fue el caso de la medida que favoreció a Chávez en 1994. Al decretar amnistía, Chávez no podía hacer lo que hizo: discriminar. Una amnistía es general; es un borrón y cuenta nueva. No contempla excepciones, porque exonera de toda responsabilidad a las personas involucradas en los hechos sujetos a amnistía. Esto significa que toda persona envuelta en cualquiera de los hechos del 11A, por ejemplo (desde los redactores del decreto de Carmona y éste mismo, hasta los policías, pasando por los firmantes del acta en Miraflores), queda exonerada de cualquier acción penal en su contra y si está presa o prófuga, recupera la libertad. Eso es una verdadera Ley de Amnistía. Los argumentos de la Fiscalía para oponerse a la liberación de varios detenidos, entre ellos los comisarios Vivas, Forero y Simonovis, así como los agentes de la PM, no son pertinentes. Primero, por las razones ya expuestas; segundo, porque la fiscal Ortega Díaz no debería nombrar la soga en casa del ahorcado.
Argumentar que los detenidos están acusados de hechos de sangre es olvidar los 18 muertos del 4F y los 150 del 27N. Si en su momento prevaleció el interés general, que veía en la libertad de los golpistas la superación tanto de la grave fractura en las FAN como del peligro de nuevas tentativas putschistas, ahora también, el interés general –sobre todo si se quiere hacer verdad eso de las 3 erres– reclama una real amnistía y no este remedo de tal.
Chávez, quien fue beneficiado por un sobreseimiento generoso, debería proceder de igual manera, en función de un interés superior, cual es la búsqueda de un clima político menos crispado. O sea, revise y rectifique la Ley de Amnistía que dictó, para reimpulsar una verdadera convivencia entre venezolanos.