REP o RIP, por Teodoro Petkoff

Aunque, como bien señala la periodista de El Universal, «sin haber determinado con precisión cómo se cometió la manipulación electrónica de los resultados del RR», en el informe presentado por la comisión que preside Tulio Álvarez se pormenorizan aspectos relativos a las irregularidades que antecedieron al hecho electoral mismo del 15A, que deben merecer cuidadosa atención, en particular las que tienen que ver con la manipulación del Registro Electoral Permanente (REP).
La proximidad de las elecciones regionales obliga a los candidatos y a los gobernadores y alcaldes que van por la reelección, así como a sus partidos, a discutir y acordar con el CNE unas condiciones mínimas de equidad y pulcritud en la realización de esos comicios. Los numerosos casos de personas que sencillamente fueron borradas del REP (Simón Boccanegra contó el caso de nuestro colaborador Oswaldo Barreto, quien una semana antes del 15A “desapareció” del REP donde estuvo durante cuarenta años), al igual que los miles de electores que fueron inconsultamente “migradas” (en la pequeña comunidad de cuarenta personas que constituye TalCual, una de sus integrantes fue enviada de La California, en Caracas, a Valencia, lo que no deja de ser una muestra estadística significativa en ese minúsculo universo), hablan de las viejas triquiñuelas electoreras que se niegan a morir.
Pero hay más. Bayardo Sardi, dirigente del MAS ya fallecido, padre de una de nuestras periodistas, sigue “vivo” en el REP. ¿Cómo saber si no hay alguien por ahí portando una cédula con ese nombre, además de la propia, y que podría, incluso, haber votado dos veces: una como “Sardi” y otra como quien en verdad es? ¿Cuántas veces se habrá repetido este truco, que sólo puede ser realizado por quien controla el REP y también expide las cédulas de identidad y además controla ciertas mesas electorales donde “obviar” el trámite de la tinta indeleble?
Está el caso de los inefables cuadernos en blanco, donde fueron consignados los nombres de los efectivos militares que votaron. ¿Cuántas veces un mismo soldado uniformado pudo haber sido llevado a votar en distintos centros electorales? Todas estas son preguntas cuyas respuestas son meramente especulativas y no se puede afirmar sin demostración que en todos los casos haya habido trapacerías. Tal vez nadie votó con el nombre de Bayardo (pero sería interesante verificar, por ejemplo, el cuaderno electoral donde todavía figura como elector), y probablemente cada soldado votó sólo una vez; en fin, no se puede asegurar nada. Pero de la tentación de utilizar todos estos lados flacos del REP, que en procesos electorales previos también estaban al alcance de los tramposos de antes, no se puede excluir a los tramposos de ahora. Por eso, para participar de las elecciones regionales es absolutamente indispensable alcanzar la mínima certidumbre de que estos viejos trucos van a ser eliminados.
De 21 editoriales de junio de este año, 7 estuvieron dedicados a alertar sobre irregularidades; de los 21 de julio, 5 insistieron en el tema; y de los 10 de agosto anteriores al día del RR, 3 fueron dedicados a lo mismo. Fue una preocupación permanente de este diario llamar la atención sobre el asunto. Ahora nuevamente insistimos sobre ello. Esperemos que esta vez guerra avisada no mate soldados.