Represión salarial y represión política: Inicio de campaña de Maduro, por Beltrán Vallejo
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Nicolás Maduro ha comenzado el año con una firme creencia de que él puede hacer lo que le da la gana, y en ese “me da la ganismo” está su instinto represor. El dirá que los ojos del mundo y la comunidad internacional están centrados en la guerra entre israelíes y palestinos, y sus repercusiones en el Líbano, Irán y Pakistán; el dirá que los europeos y gringos también están más enredados en la guerra de Ucrania, y él también dirá que el pueblo venezolano está lelo y apendejeado, y así hará con él lo que desee.
Pues creo que ese inicio de su campaña de reelección este año con matiz represor le puede salir muy caro pues el mundo girará su mirada de nuevo hacia acá y el pueblo venezolano sabrá responderle a sus atropellos. Como muestra de cómo pueden reaccionar las mayorías nacionales, ahí lo sucedido a finales del año 2023 cuando un pueblo de casi tres millones asistió y votó en las primarias de la oposición; y cuando también, ante la convocatoria de Maduro para lo del Esequibo, las respuestas mayoritarias de la sociedad fueron el desprecio, la no concurrencia y el ninguneo a ese acto político convocado por el peor de los convocantes de Venezuela.
Lo primero que hizo Nicolás Maduro iniciando el año fue violar de nuevo la constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en su artículo 91, y es que volvió a reprimir salarialmente a los venezolanos. Sólo otorgó, su “real majestad”, el aumento del bono de guerra, y hasta habla un fulano ministro del trabajo, que más parece un arlequín, que el bono se “indexó”; pero será fuera de lo que dicta la Constitución, ya que en dicho artículo se establece lo siguiente: “El Estado garantizará a los trabajadores y trabajadoras del sector público y del sector privado un salario mínimo vital que será ajustado cada año, tomando como una de las referencias el costo de la canasta básica”. Por cierto que el costo de la canasta básica equivale a 155,5 salarios mínimos en los actuales momentos.
Es decir, que entre ceja y ceja tiene el régimen ese afán de controlar la inflación, dicen ellos, reprimiendo el salario de los trabajadores, particularmente los de la administración pública. Es una atrocidad seguir congelando el salario de la clase obrera del Estado. El bono y la represión salarial, y que para controlar los demonios inflacionarios, no es una bendición de Maduro, no es algo merecedor de aplausos y loas, es simplemente esclavitud laboral, y el régimen inició el año acentuándola. Protejan el bolívar, revisen su gigantesca nómina de la administración pública, recorten sus ministerios y viceministerios y dejen la robadera: esos son los caminos para frenar la inflación y para encontrar recursos con qué pagarles a los trabajadores.
Lo diré con todo énfasis que este año Maduro lo inicia con más neoliberalismo en su expresión de sobrexplotación de la clase trabajadora, particularmente la del sector público. En su ideología neoliberal, Maduro le presenta a la peor calaña de inversionistas que puedan llegar al país, bajo el paraguas de las Zonas Económicas Especiales o de la ley antibloqueo, el más idílico paraíso en el reflejo de una nación atendida a punta de bonos, pero con represión salarial, sin convención colectiva y metiendo a los líderes sindicales y gremiales en la cárcel.
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Y la otra vertiente represiva se gesta en el marco de una denuncia por parte de Maduro y del Fiscal de unos denominados complots para asesinar a Nicolás, y que ellos dicen han sido develados y en consecuencia persiguen y emiten órdenes de captura a supuestos involucrados. En el plano de esa narrativa, se desata la represión en contra de militares activos y en reserva, en el país o en el exilio; se lanzan órdenes de captura contra una activista de derechos humanos y contra una periodista; es detenido y desaparecido un dirigente del combativo gremio de los maestros en Barinas; es iniciada una purga y expulsión de más de treinta militares de las Fuerzas Armadas; y como colofón, Maduro convoca a una denominada “furia bolivariana” cuyo resultado fue la detención de varios jefes de campaña de María Corina en el interior del país y la vandalización de casas de partidos políticos opositores y sedes de gremios profesionales a todo lo largo de Venezuela.
Con esa dinámica de represión social, de control político, de chantajear a la población, de meterle miedo a la sociedad, Maduro pretende darle curso al año de las elecciones presidenciales. Pues no van a detener a la población venezolana en su deseo de cambio.