Respeto para Mohamad Merhi, por Simón Boccanegra
Casi no había terminado de despegar de Maiquetía el avión de Gaviria cuando reaparecieron los círculos violentos en Caracas. Entre los actos más infames de los últimos tiempos habría que situar la agresión contra el señor Mohamad Merhi el viernes pasado en la sede del TSJ. Comenzaron gritándole toda suerte de improperios, que del terreno político pronto se desplazaron a la pura y simple xenofobia, pues le recordaban su origen extranjero. Merhi parece ser un hombre de temperamento pacífico y sereno, y lo único que reclama, mediante su huelga de hambre, es celeridad en la administración de justicia. Merhi es un hombre al que le mataron un hijo el 11 de abril, y eso sólo debería bastar para que se le dispensara un mínimo de respeto a su sufrimiento como ser humano. Merhi es un hombre que afirma: «Para mí chavistas y oposición son iguales, lo mío es buscar la verdad y la justicia». Pero ni aun así se salvó. La irracionalidad desatada por la retórica «revolucionaria» corre sin ningún freno por las calles. Y así, en ese confuso incidente en el que no está del todo clara la actuación de la GN, se armó un zafarrancho donde abundaron los golpes, las lacrimógenas, y hasta plomo hubo. Pero Merhi, que fue hospitalizado el sábado, es también un hombre persistente, y asegura que apenas sea dado de alta volverá a montar su carpa en el TSJ. ¿Será demasiado pedir respeto por su dolor y su lucha?