Respuesta al fiscal, por Teodoro Petkoff
Ayer al poeta Isaías se le volaron los tapones. Acusó a la Comisión Andina de Juristas, al Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (Cejil) y a 83 juristas de nueve países de “injerencia indebida” en los asuntos venezolanos, por haber reclamado el respeto a los derechos constitucionales del abogado Carlos Ayala Corao, presidente, por cierto, de la Comisión Andina de Juristas, quien ha sido imputado por la Fiscalía. Anunció la apertura de una investigación a El Universal para averiguar si un editorial de ese diario constituye un hecho punible y tomar, eventualmente, las medidas del caso. También acusó a TalCual de formar parte de una conspiración internacional, de un “acoso” contra él, adelantada según pautas establecidas en un nuevo manual golpista elaborado por la CIA. Isaías, sin duda, desvaría.
En primer lugar, sorprende que el representante de un gobierno característicamente metiche, cuyo Presidente opina frecuentemente sobre asuntos internos de otros países, sin ocultar sus vínculos con sectores políticos de ellos, se queje de la “injerencia” de organizaciones internacionales como las aludidas. El mundo de hoy, Isaías, es así. Los países son más interdependientes que nunca y ningún gobierno puede creerse al abrigo del escrutinio internacional. Pórtese la Fiscalía correctamente y nadie le reclamará nada.
Pero, la Fiscalía, el propio Isaías lo ha dicho, es un cuerpo muy poco confiable y obliga a los juristas del continente a pelar el ojo frente a sus acciones. En segundo lugar, el anuncio de la apertura de una investigación a El Universal ya demuestra, por sí solo, que quienes se preocupan por el respeto a los derechos constitucionales de los venezolanos por parte del gobierno, tienen mucha razón. Isaías intenta colocar una nueva cortapisa al ejercicio de la libertad de expresión. A El Universal se le pretende imputar nada menos que un “delito de opinión”. Isaías nos ha revelado una auténtica vocación de censor de prensa.
En tercer lugar, la referencia a TalCual es francamente incomprensible. Para ocuparnos de la Fiscalía no necesitamos consultar ningún manual de la CIA; basta con la página digital del Ministerio Público (MP), donde Isaías coloca sus consideraciones sobre el organismo que dirige. Es el propio fiscal general quien ha dicho que el MP está lleno de grupos “familiares”, de grupos de “amigos”, de “reposeros”, de “cuatreros”, de “déspotas” con los de abajo e “irrespetuosos” con los de arriba. Primero habló de “roscas que frenan, retardan, demoran, obstaculizan” al organismo, luego corrigió y las calificó de “tuercas de barco”, imposibles de aflojar. Denunció el poeta en sus subalternos “la falta de preparación y carencia de conocimientos técnicos para tomar las decisiones”. ¿Cómo pretende quien dice cosas tan graves (y tan ciertas) de sus funcionarios, que en el exterior no se preocupen por la administración de justicia en nuestro país? Isaías se queja porque El Universal habló de “justicia arrodillada”, pero si nos atenemos a él mismo, realmente no está arrodillada sino tirada en el piso, como un estropajo