Ricardo Carpani, por Pablo M. Peñaranda H.

Twitter: @ppenarandah
En un año sabático en la Universidad Autónoma de Madrid asumí como actividad, en mis ratos de ocio, vincular con la Universidad y sus posibilidades de promoción a cuanto latinoamericano, artista o investigador me encontraba.
Con esa idea asistía particularmente a las exposiciones y conciertos relacionados con los Latinoamericanos. En una de esas exposiciones de pintura conocí a Ricardo Carpani, quizás el pintor más vinculado a la actividad sindical Argentina, de inmediato coincidimos en la importancia de la lucha de los trabajadores.
A él le llamó la atención un psicólogo, profesor universitario y mí actividad con el Sindicato de trabajadores del sector de metalmecánica y a mi la participación de sus pinturas en las manifestaciones de los trabajadores argentinos.
Con la posibilidad de realizar una actividad conjunta me invitó a su casa- taller y allí en una amigable conversación me mostró parte del trabajo que le había encargado un sindicato italiano y como se encontraba sin terminar quería opiniones sobre el motivo. En eso estábamos cuando me llamó la atención un paquete de cartas cuidadosamente colocadas sobre una mesita. Al ver mi atención sobre el paquete. Ricardo me dijo, que del exilio, lo que le producía más tristeza, era leer las cartas de sus padres y para mi sorpresa aquel valiente en la política hizo gestos para contener las lágrimas, yo para cambiar de tema volví sobre la posibilidad de una discusión de la situación política de la Argentina en los predios universitarios y acordamos fechas y contactos.
Carpani viajó a Italia para instalar su pintura y no volví a saber más de él.
Tres años más tarde, pasó por Venezuela un espectáculo de tangos con una coreografía que incluía dibujos de Carpani y para mi sorpresa el artista los acompañaba.
Logramos localizarlo y la hija del pintor Claudio Cedeño, una maravillosa y espléndida militante de la bondad y la solidaridad organizó una cena para Carpani.
Martha Stalina ya nos había sorprendido con una extraordinaria cena para Julio Cortázar que incluía hallacas, pese a que no era un período decembrino, de manera que entusiasmados, intentamos reproducir con agrado y felicidad un encuentro similar y de paso acordar alguna actividad política de largo aliento para nuestros ideales.
A la cena asistieron nuestros núcleos familiares y un pintor uruguayo residenciado en Venezuela. Todo marchaba muy bien entre tangos y milongas con la voz de Carpani como principal, cuando se pasó con ánimo al tema político y no recuerdo si fui yo o Claudio quien sostuvo la pequeñez de Eva Perón como política y que ella no merecía tanta adoración.
Carpani saltó de inmediato a la defensa con sus expresiones bonarense «che vos estas loco, Evita, Evita la del asalto al Country Club, la de los descamisados, vos estás loco» viendo el barullo y la posibilidad de perder el agrado de la noche, intervine preguntándole a Carpani por las cartas de sus padres, esa pregunta produjo un silencio inmaculado y con voz quebrada nos informó que «las cartas de los viejos se la comieron los ratones» tal parece que las puso a buen resguardo pero el viaje a Italia se prolongó y una familia numerosa de ratones transformó la totalidad de las cartas en una multivivienda .
El pintor uruguayo y yo improvisamos un tango de inmediato con la frase «y las cartas de los viejos se la comieron los ratones fue un domingo que lo descubrí y trajo lágrimas por el dolor del yo no fui» tal bribonada nuestra produjo tanta risa que los ánimos volvieron a la mesa con un espléndido postre y ya en la despedida Carpani amigable y cariñoso nos agradeció la cena y nos prometió trabajar conjuntamente en la lucha por el bienestar de los trabajadores.
Esto era lo que quería contarles.
Pablo M. Peñaranda H. Es doctor en Ciencias Sociales, licenciado en Sicología y profesor titular de la UCV
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