Ricardo Lagos, por Simón Boccanegra
En un país tan polarizado como Chile, donde izquierda y derecha son casi dos mitades, el presidente Ricardo Lagos abandonará el poder próximamente con una aprobación superior al 70% . Casi la cuarta parte de los votantes de la derecha se muestra satisfecha con la obra de este presidente de izquierda. Pero es una izquierda que combina la acción de las manos con la del cerebro y no se vuelve pura lengua.
Una izquierda sobria, austera, que no cultiva el insulto y la descalificación como principal “argumento” de un escaso repertorio intelectual. Una izquierda que gobierna para todo el país, para todos sus ciudadanos y no discrimina a una parte de ellos. Una izquierda que ha hecho de Chile uno de los dos países en el mundo (el otro es China) que ha reducido la pobreza dramáticamente. Sólo 5% de los chilenos vive hoy en la pobreza crítica, o sea con menos de 4 mil bolívares diarios. Lagos ha presidido cinco años de sostenido crecimiento económico, de creación de empleos, de incremento notable de las exportaciones, de acuerdos comerciales hacia todos los azimuts, desde Estados Unidos hasta China. Han sido cinco años de sostenido progreso social e institucional y de liquidación definitiva de los residuos institucionales del pinochetismo. Cinco años de avance en la recuperación de la concordia entre los chilenos. Es el legado que recibirá Michelle Bachelet, primera mujer presidenta de un país donde hasta Lagos no existía ni siquiera ley de divorcio.