Richard Boulton, por Simón Boccanegra
Finalmente fue liberado sano y salvo Richard Boulton. La ordalía que vivieron él y su familia fue horrorosa y subraya la inhumanidad absoluta de este tipo de delito. Dos años de angustia, de ansiedad, de temores, de incertidumbre, de la alternancia de momentos de expectativa esperanzada con los de honda desilusión y depresión han llegado a su fin. Pero las huellas de este drama seguramente marcarán a la familia Boulton por largo tiempo. Este minicronista tiene un amigo a cuyo rescate estuvo ayudando hace algunos años, en la negociación con quienes después resultaron ser hampones comunes colombianos, y eso le permitió vivir de muy cerca lo que significa ese sufrimiento. No se le puede desear a nadie. Lo que asombra es el agradecimiento que algunos han expresado hacia Carlos Castaño. Según parece, pues, para algunos es creíble que el jefe de los paras sólo después de dos años se enteró que gente suya era la que tenía a Boulton. Me pregunto qué no se estaría diciendo hoy en nuestro país si en lugar de Castaño hubiera sido «Tirofijo» quien ordenó la liberación del secuestrado. Según parece, pues, no todos los secuestradores merecen la descalificación. Por lo visto algunos son «buenos».