Salario emocional: no es solo dinero, por David Somoza Mosquera
Twitter: @DavidParedes861
Las nuevas generaciones de empleados, especialmente los llamados millennials, que nacieron precisamente en un momento de transición entre los años 80 y la modernidad tecnológica, han cambiado el concepto tradicional de lo que es el salario. No es que no les interese el dinero, es que no le tienen el mismo apego que sus antecesores.
Para los millennials, así como para los integrantes de mayor edad de la Generación X (1994-2010), el salario va más allá de lo económico: debe ser complementado con el reconocimiento al trabajo bien realizado. Esto último termina siendo tan importante como el ingreso y a veces hasta más.
Este cambio en cuanto a “remuneración” ha llevado a implementar nuevos estilos de gerencia, donde tiene cabida lo que hoy se conoce como “salario emocional”, que no se limita al sueldo que reciben cada quincena los trabajadores.
Se trata de aquellas remuneraciones no monetarias enfocadas en atender las necesidades personales, profesionales y familiares de los empleados. Esto redunda en mejoras en su calidad de vida y a la vez fomenta un buen clima organizacional. Así que cada vez son más las compañías que adoptan el salario emocional como una herramienta para tener satisfecho al personal.
Entre los mecanismos utilizados están el horario flexible, planes de formación aplicados a la carrera profesional del empleado, capacitación no relacionada con el trabajo, creación de espacios dentro de la empresa para el descanso y el teletrabajo, una modalidad que se ha potenciado durante la pandemia.
Con la implementación de este tipo de salario, aumenta tanto la motivación como el grado de compromiso entre los trabajadores y el propósito es muy claro: incrementar la productividad de cada empleado. Esta estrategia ayuda a reducir el ausentismo laboral y la migración de personal capacitado y necesario a otras empresas.
Al final se traduce una relación recíproca, donde trabajadores y empleadores se benefician de la aplicación de este incentivo no económico. Ahora, la pregunta es por qué cobra mayor relevancia en tiempos de crisis como la del coronavirus y de qué manera debe adaptarse a esta “normalidad”, en la que se prioriza, precisamente, el teletrabajo.
En esta pandemia, el salario emocional es un factor clave para las compañías. Conocer las necesidades del empleado y poder darles respuesta ha provocado una importante mejora en los índices de satisfacción y compromiso de los empleados, que ha derivado en mayor productividad y en mejores resultados.
“El salario emocional siempre ha sido clave y, ahora más que nunca, cobra importancia. La única forma de hacerlo tangible es que el empleado se sienta cuidado y que te preocupas por él y eso se consigue estando cerca. Para incrementar el salario emocional hay que ser humanos y empáticos con cada una de las personas de la organización”, comentó Smara Conde, directora de Recursos Humanos y RSE en Aegon, durante un webinar reseñado por la Fundación Más Humano.
En esta gestión más humana, potenciada por el covid-19, las empresas no solo se preocupan de la parte operativa, sino también de la emocional y humana. Durante este periodo de teletrabajo, compañías que han dejado a las personas trabajar con autonomía y con poca supervisión han hecho que las cosas hayan salido adelante con menos tropiezos.
Definitivamente, la confianza nutre el salario emocional y debe seguir haciéndolo a medida que se flexibilicen las restricciones y las sociedades comiencen a tomar otros rumbos. En ese contexto, las empresas tendrán que seguir impulsando herramientas para potenciar este tipo de salario y la conexión empresa-empleado.
El gran reto para las compañías será mantener los aprendizajes positivos de este tiempo de confinamiento. Y un «buen trabajo, bien hecho o te felicito», nunca está demás…
David Somoza es especialista en temas de negocios y manejo de capital humano.
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