Salsa para el pavo y la pava, por Simón Boccanegra
Iván Rincón, presidente del TSJ, ha declarado que en Venezuela no hay “intocables”, refiriéndose a la posibilidad de que cualquier persona, sea cual sea su rango, pueda ser llevada ante la justicia si comete un delito. Santo y bueno. En aplicación de tal doctrina, pues, el TSJ ha acusado por vilipendio al periodista Napoleón Bravo, porque este, hace poco más de dos meses, habría comparado al máximo tribunal con un burdel. Ahora todo el país espera que el próximo paso del integérrimo magistrado Rincón, encarnación misma de la vindicta pública y del coraje civil, sea el de acusar por vilipendio al ciudadano Hugo Chávez Frías, cuyo rango, de acuerdo con Rincón, no lo preserva de ser llevado ante la justicia y quien afirmó en cierta ocasión que los magistrados que absolvieron a los militares el 11A “no tienen moral alguna”, que “son unos inmorales”, que “habían puesto una plasta”. Además, como si fuera poco los acusó de “negociadores de oficio”, que se la pasan “emborrachándose en los bares de Caracas”. Encima, ordenó a sus huestes lanzarse al asalto del TSJ.Al lado de esto Napoleón podría pasar por Hans Christian Andersen. Pero estoy seguro de que a Iván Rincón, a Cabrerita y a los demás próceres de la Justicia que ofician desde el TSJ no les temblará el pulso para imputar al Presidente.
Aquí, ya lo dijo el sabio jurista maracucho, no hay nadie intocable. Sólo cabe esperar que esa imputación no tenga lugar el 28 de diciembre.