Salud en emergencia, por Simón Boccanegra
La crisis hospitalaria adquiere una nueva dimensión con el abarrotamiento de las clínicas privadas. Colapsado el sistema asistencial del Estado, centenares de miles de empleados públicos ocurren ahora a la consulta privada ya que su contratación colectiva así lo prevé. Pues bien, algunas clínicas ahora hospitalizan en la propia Emergencia porque no hay cupo en las habitaciones. Sé de una clínica cuyos médicos operan en las ambulancias porque el quirófano está ocupado. Es una situación realmente aterradora, que requeriría un verdadero plan de emergencia para poner a punto el sistema público, dándole, por cierto, la calidad de las clínicas privadas. Hablamos del resultado de quince años de ineficiencia e incapacidad y de incontables ministros que han pasado por la cartera de Salud. Todos se han estrellado contra la desidia y negligencia del Alto Gobierno, para el cual esta cuestión no reviste prioridad. Si hay una esfera de la vida nacional donde se pone de bulto la abrumadora incapacidad de quienes gobiernan es precisamente la que comentamos. Las consecuencias sociales de la crisis hospitalaria son brutales y sus víctimas son precisamente los sectores más desfavorecidos económicamente, esto es, los pobres. Si el chavomadurismo pusiera en correspondencia sus palabras con sus hechos Venezuela podría jactarse de poseer el más avanzado sector de salud pública del continente, pero eso es como pedirle peras al olmo. Porque se trata de una ineficiencia estructural que no admite remedios contingentes y pasajeros. Lo grave, encima de todo, es que el país contaría con los recursos necesarios para la inversión en salud pública de no ser por la rapiña de que son objeto esos recursos.
Giordani habló de 20 mil millones de dólares cuyo paradero se desconoce. Bueno, ahí estaba la plata para los hospitales.