Scream 6 lanza cuchillazos para mantener vigente la máscara
En la era de los mensajes escritos en distintas aplicaciones las llamadas parecen de antaño. Excepto en la franquicia cinematográfica que aprovecha la voz de Roger Jackson, y que acaba de estrenar su sexta película justamente cuestionando la importancia de los largometrajes y del género mismo que busca trastocar
Scream 6 tiene una tarea difícil: confirmar que la historia que comenzó Wes Craven hace más de 25 años con la rompedora cinta original puede extenderse en su propio universo. Algo que el propio director no pudo demostrar cuando en 2011 estrenó la cuarta entrega, que buscaba pasar el testigo a una nueva generación, pero que fue recibida sin gloria por la crítica ni por la taquilla significando un cuchillazo a las intenciones de iniciar una segunda trilogía.
En 2022 el equipo de realizadores de Radio Silence recuperó esa búsqueda, con una película que apelaba a la nostalgia pero especialmente hacía avanzar la historia, cambiaba protagonistas, remozaba las intenciones siniestras de quien empuñara la hoja. Una entrega innecesaria pero entretenida.
Quedó evidenciado por los callbacks a las primeras partes de Scream y también por la meta exploración del guion y del propio negocio del cine encarnada en Mindy (Jasmin Savoy Brown), que bautiza a toda esta serie como una franquicia -¿hacia falta?- recordando las reglas que la rigen, como hizo antes con las «recuelas» y como hizo su tío Randy Meeks (Jamie Kennedy) en Scream 2 sobre las «secuelas». Su concepto, esta vez, no es tan detallado, intrigante y complejo como en la película de 2022.
Ese personaje es al mismo tiempo el vehículo de la audiencia para ubicarse: detalla personajes, intenciones, posibles escenarios y demás factores clave para seguir el pulso a una historia hecha para quienes han venido siguiendo la saga de asesinatos de Ghostface pero también para quienes puedan estrenarse con esta cinta. Después de todo, el propio largometraje apuñala a las tendencias marcadas por series visuales o sonoras, con dos líneas dichas tras la máscara blanca: “Movies don’t matter” («las películas no importan») y “Who gives a fuck about movies?” («a quién coño le importan las películas»).
En Scream 6 salimos de Woodboro por primera vez en un cuarto de siglo, y la historia nos ubica en Nueva York. Una decisión creativa para refrescar los entornos, aprovechar multitudes y extender el juego de máscaras pues el filme en realidad no se rodó en la Gran Manzana sino en Montreal, que no se parece en nada. Solo luce como si lo hubiera sido, cual asesino en batola negra y cuchillo en mano. Mismo personaje, distintos rostros.
Allí es donde Sam Carpenter (Melissa Barrera) deberá volver a encarar su propia historia familiar como hija del asesino original Billy Loomis, y ejecutora del anterior Ghostface, mientras su entorno busca avanzar, dejar la sangre derramada en los confines del pueblo donde ya no residen. Pero no puede escapar del todo.
Siempre quedan hilos de dónde halar nuevas historias, nuevas intenciones, nuevas muertes. En este caso en la Scream más sangrienta hasta el momento y también la más brutal. Quizá por eso los personajes pueden recibir cuchillazos cuyas heridas son tan profundas, dolorosas y mortales como el guion necesita que sean.
El libreto demuestra el amor de sus creadores por el cine de miedo, aunque el producto que entregan no sea tanto de asustar sino de resolver un misterio: quién blande el puñal esta vez. Por eso, más que sobresaltos en la butaca a ritmo de violín en nota aguda, lo que hay es tensión de quien mira la película advirtiendo peligros a los personajes mientras trata de descubrir al portador de la máscara.
James Vanderbilt y Guy Busick también aprovechan su guion para rendir tributo a lo que ha legado Kevin Williamson y, junto a los directores Matt Bettinelli-Olpin y Tyler Gillett, echan mano de referencias de otros clásicos del género. Además, reconocen el valor de la denostada Scream 4 al traer de vuelta a Kirby Reed (Hayden Panettiere) y hacerla necesaria para un momento emblemático de esta entrega.
La película se permite equilibrar el humor (no tan afilado como en otras) con el desarrollo de los personajes Sam y Tara (Meliss Barrera y Jenny Ortega), dejándolas listas para asumir el protagonismo pleno que pudiera necesitarse para completar una trilogía exitosa. Especialmente porque de los personajes originales solo vuelve Gale Weathers (Courtney Cox, quien llegó a decir que lo haría gratis), visto que Neve Campbell no aceptó reaparecer como Sidney Prescott al considerar que no se le pagaría lo suficiente.
Eso sí, Scream 6 no deja claro que se pueda rizar mucho más el rizo que hasta ahora han logrado peinar sus responsables. Para ello, tendrían que darle la razón a Mindy: subvertir expectativas y dar giros mucho más inesperados que los hasta ahora mostrados.
Scream 6 funciona como un thriller que aprovecha todas las enseñanzas del género y bebe de su propia historia, dejando a la audiencia la oportunidad de detectar cada easter egg, cada detalle hasta en el cambio de las máscaras y los cuchillos, mientras participa de la construcción -literal- de un museo audiovisual en clave cultura pop. Y con una escena post-créditos que lanza una puñalada a los clichés del cine contemporáneo.
Scream 6 está en cartelera en los cines de Venezuela. Aquí puedes ver el trailer: