¡Se abre la sesión!, por Teodoro Petkoff
Hoy se instala la nueva Asamblea Nacional, con la curiosa particularidad de que la minoría oposicionista de 67 diputados representa a la mayoría de los votos, en tanto que los 98 oficialistas expresan la votación minoritaria. Trucos electorales de la república chavista. Se instala también en condiciones de minusvalía política. El Presidente la despojó, con la complicidad de la fallecida Jaula de las Focas, de sus atribuciones legislativas, gracias a una Ley Habilitante absolutamente inconstitucional, dado que pasó de un periodo legislativo a otro como producto de un aplique adicional del chavismo. Para rematar la faena, en sus últimos estertores, la manada de focas modificó el Reglamento Interior y de Debates de la Asamblea de modo tal que ésta de vainita se reunirá cuatro veces al mes y el tiempo de intervención de cada diputado fue rebajado a unos pocos minutos, con la nada oculta intención de ir reduciendo a la mudez a los de la oposición operación absolutamente ociosa con los del gobierno , que desde la aprobación de la Habilitante y de la Ley antitalanquera ya están desprovistos del habla. Todas estas grotescas triquiñuelas no son, por supuesto, sino una monumental demostración de debilidad y de miedo. Atrás quedaron los tiempos en que el chavismo se sentía portador de la verdad y no temía al debate.
Ahora es un movimiento escurridizo y tembleque, que no se atreve a confrontarse en una discusión rolo a tolete y que llega al Capitolio aterrorizado por el chantaje de la Ley antitalanquera, que presumiendo en cada uno de sus parlamentarios un «traidor» en potencia, ha llegado al extremo totalitario de imponerles un pensamiento único, el del Líder Máximo, con prohibición absoluta de utilizar su propia cabeza para otra cosa que no sea ponerse la gorrita roja. Burlando, dicho sea de pasada, a la propia Constitución, que garantiza a los diputados la libertad de conciencia.
Es en este ambiente que la oposición democrática retorna al Parlamento. Nada de lo dicho puede arredrarla ni disminuir su compromiso con el impulso ciudadano que la llevó a la Asamblea Nacional. En este período legislativo ninguna voz debe permanecer silente ni pueden ser toleradas ausencias injustificables a las sesiones. Mucho costó, a partidos y ciudadanos, recuperar este espacio legislativo, para que sea administrado de manera negligente o displicente. El papel de los diputados no se agota en el hemiciclo. Los problemas y las luchas populares seguramente contarán con la presencia combativa y resuelta de quienes fueron elegidos precisamente para que de aquellos no estuvieran ausentes. Comienza una nueva etapa de la lucha. Es dura, pero es la lucha.