Sensación, corazonada, presentimiento…, por Laureano Márquez
No hace mucho, una funcionaria señaló, frente a la mortandad que nos abarrota cada fin de semana, que en Venezuela lo que había era una «sensación» de inseguridad. En este caso, se usó la palabra sensación aludiendo a cosas que registran los sentidos y que no tienen que ver con lo que sucede realmente. Quería decirnos la funcionaria que da la impresión de que está muriendo un gentío, pero que verdaderamente no es así. Pero la palabra «sensación» puede significar, también, exactamente lo contrario si se usa como sinónimo de corazonada, que es cuando el alma, como consecuencia de experiencias acumuladas, avizora algo que va a suceder pronto. En otras palabras, tenemos un presentimiento: un sentimiento previo de algo que todavía no sentimos, pero que viene.
Yo tengo la sensación de que a Venezuela se le ha instalado un presentimiento en la corazonada. Desde el día 26 a esta parte la gente no anda igual. Como dirían los catalanes, esto no es normal: Los triunfadores exteriorizan una arrechera que no es normal y a los perdedores no se les agota la alegría. Intentan amargarla con acelerones bruscos que naturalmente sacuden, pero todo el mundo tiene la mirada puesta en el 2012. Lo curioso de este presentimiento es que no sólo lo tienen los perdedores, sino también los triunfadores (o sea los que perdieron). Hay hechos tan elocuentes que trastocan la elocuencia misma, transformándola en silencios patéticos, en respuestas incomprensibles o en arbitrariedades exageradas.
No obstante, como dice el Eclesiastés: «todo lo que va a ocurrir debajo del sol tiene su hora», más si el sol está a tus espaldas: domingo 2 de diciembre de 2012 y a golpe de seis de la mañana del lunes 3, primer boletín. Esa hora llegará de manera ineluctable.
Esta sociedad que tiene convicciones, pero que también es mañosa y acomodaticia, ya lo presiente. El salto de talanquera y el deslave político serán el sino de los tiempos que vienen. Todo lo demás es el berrinche característico del niño que no obtiene lo que busca. Así que, como dijo Juan Pablo II: «No tengáis miedo». Vayan e inscríbanse en el servicio militar obligatorio. Que no quede nadie sin hacerlo.
Yo ya estoy en el batallón de humoristas, vamos, compatriotas, ánimo, con paso firme que ahora es cuando…
Atención ¡¡¡firrr!!! De frente ¡¡¡marrr!!!