Show exclusivo para Evo en Miraflores, por Simón Boccanegra
Uno puede tener cualquier opinión sobre Evo Morales pero lo que no se le puede negar es que es un hombre serio; un presidente que se da su puesto y que está muy lejos de las payaserías de su homólogo venezolano, de quien se las cala seguramente por aquello de que París bien vale una misa. La reunión del Consejo de Ministros con presencia de Evo y su comitiva fue todo un espectáculo. Chacumbele cantó, recitó, disparó cifras de millones de bolívares hacia todos los lados. Evo, en un susurro, le preguntó a un vecino que cuánto era eso en dólares, asombrado, seguramente, de todota aquella munificencia de nuevo rico. Lo de María Cristina Iglesias, a quien el cargo le ha sentado de lo más bien porque está gordísima, se la pasó todo el tiempo tirándole besitos volados a Chacumbele, en tanto que la ministra Edmée Betancourt (hay que aclarar lo de que es ministra, porque la señora no se sabe quién es, aunque dicen que en lo amable y gentil se parece poco al prototipo arrogante y grosero, Escarrá digamos, de funcionario chavista), quien llegó tarde pero también con un arsenal de besitos volados, se vio obligada a aclarar, cuando Chacumbele, quien cree que todos los besos son para él y le dio las gracias, que no, que eran para Evo. No debería extrañarnos que pronto pierda el cargo. Total, aquello fue un aquelarre que debe haber dejado a Evo y a sus acompañantes patidifusos, sobre todo con lo sobrios y modestos que son los bolivianos. Quién sabe si después Evo no preguntó si todas las reuniones del Consejo de Ministros son así.
Seguramente le aclararon que no, que en las que simulan seriedad son unas en las cuales sólo habla Chacumbele y nadie más abre la boca.