“Si el Gobierno impone elecciones sin un acuerdo, prolongará la ilegitimidad»
Ramón Guillermo Aveledo, expresidente de la Cámara de Diputados enfatizó que, tarde o temprano, debe concretarse la negociación política. Subrayó que la crisis institucional es más grave que el cuatro de enero. Advirtió que la juramentación de Luis Parra tiene varios indicios de culpabilidad, y que el oficialismo no enfrentó el costo tan alto de violentar al Parlamento si su objetivo no fuese dinamitar el camino político y el voto en 2020
El acto de fuerza ejecutado por el gobierno de Nicolás Maduro contra la Asamblea Nacional (AN) no se hubiese dado sin su propósito de dinamitar el camino político y el voto, enfatizó el presidente del Instituto de Estudios Parlamentarios Fermín Toro, Ramón Guillermo Aveledo.
En entrevista para TalCual, el también expresidente de la Cámara de Diputados y quien fue secretario ejecutivo de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), aseveró que, con el asalto a la institucionalidad del Poder Legislativo, el Gobierno pretende demostrar que ni la directiva que preside Juan Guaidó ni el Parlamento que pretende dirigir Luis Parra cuentan con los 2/3 que se requieren para designar el nuevo Consejo Nacional Electoral, y que la competencia sea asumida por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ).
En ese contexto, Aveledo puntualizó que la crisis del país es más grave que el 4 de enero. Manifestó que el desafío de Guaidó, como líder opositor, es presentar un camino político que permita un proceso electoral que convenza a todos los venezolanos, incluso el 30% que aún respalda a Maduro.
-El diputado Luis Parra se ampara en una presunta legalidad, no ha presentado ningún soporte del quorum, pero sí diferentes versiones para justificar su designación de una directiva dudosa
-Los actos del poder público están acompañados de la presunción de legalidad. Se presumen legales hasta que sean impugnados por alguien y sean dilucidados. La Asamblea Nacional tiene procedimientos para instalarse que son distintos, cuando es la instalación en el primer período luego de elecciones y cuando es la instalación anual. La tesis de aplicar por analogía lo del diputado más viejo solo opera en una nueva AN. Tampoco se cumplió la formalidad del director de debates, porque el director de debates de la sesión preparatoria es el presidente del período anterior o quien haga sus veces, uno de los vicepresidentes y eso no ocurrió.
Pero tenemos otra circunstancia que acentuó lo atípico de los eventos ocurridos en el hemiciclo el 5 de enero: no fue permitida la entrada de los medios, era una sesión con intención de secreto, de ser en la intimidad, solo los medios gubernamentales pudieron. Y la publicidad es un principio de los actos parlamentarios porque la característica esencial del Palacio Legislativo es que es público, que es abierto. Sí estuviéramos hablando en términos de derecho penal, sería un indicio de culpabilidad. Y el otro indicio muy serio es el despliegue militar. Es decir, un despliegue militar completamente inusual. Yo creo que inédito. Cuando se suman esos elementos resulta un cuadro que deslegitima.
-¿Ese acto es ilegal e ilegítimo?
-Sí, para mí no tiene ninguna duda. Ahora hay el recurso planteado ante el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) y el tribunal le pide a Parra que presente las pruebas, pero son hecho públicos y notorios. Si se quiere resolver el problema se podría decir, bueno, que se haga como ha dicho el gobierno de México y el gobierno de Argentina, que se realice una nueva sesión. Guaidó, digamos, la directiva y los diputados que aprobaron un acta podrían alegar, un momentico, la sesión que ocurrió fue esta. No hay ninguna constancia de que haya pasado la otra sesión. Yo creo que cualquier ciudadano tiene derecho a tener una duda. ¿Y qué es lo que se pretende con esto? Es muy posible que el ciudadano en la calle piense que se quiere dejar constancia de que no hay dos tercios en ninguno de las dos para elegir al Consejo Nacional Electoral (CNE), y por tanto, asumir, directamente, el TSJ esa competencia.
-El Gobierno desestima la sesión de la AN en la que se escogió a Guaidó como presidente y que realizada fuera del hemiciclo dado los obstáculos para el ingreso de la mayoría de los parlamentarios
– La directiva de Guaidó, Juan Pablo Guanipa y Carlos Berrizbeitia es absolutamente legal y válida porque la reforma reglamentaria de 2010 permite sesionar en cualquier lugar que así se escoja. Es irrelevante donde se celebró la sesión. De esa sesión hay acta, aprobada por cierto después en el hemiciclo en la sesión siguiente que es un procedimiento estándar en todos los parlamentos del mundo.
-¿El objetivo del Gobierno es adelantar las parlamentarias, como ha dicho reiteradas veces?
– Que no le correspondería al TSJ, pero que ya está insinuado en discursos del oficialismo, de que la solución es que, bueno, arreglemos esto y que haya una nueva elección, pero una elección de diputados, no de junta directiva, y llevar hacia allá dentro de un esquema que puede estar en la intención de los eventos del 5 de enero, que es dinamitar el camino político y seguir la crisis. El Gobierno pudo continuar con lo que venía haciendo, está en desacato la Asamblea Nacional. como ha dicho sin fundamento desde diciembre de 2015, y la desconozco; llega el momento y elige, es decir, nombrar el CNE por vía del TSJ, como lo había anunciado Felipe Mujica, a raíz de las reuniones en la Casa Amarilla. Esto sería el trascurso normal entre comillas de lo que viene en los acontecimientos, en función de su estrategia.
-¿Por qué el Gobierno recurrió a lo que usted califica como un acto de fuerza en la AN?
-Fue un acto de fuerza, esa forma tan abrupta y tan violenta. Yo tengo la impresión de que su finalidad es la de dinamitar el camino político, desprestigiar el camino del voto, para convocar a una elección en la que vote poca gente, en la que participe poca gente, en la que los partidos se vean arrastrados a no votar, a no participar.
– ¿Luego del simbolismo de la toma de la AN y de la nueva juramentación de Guaidó, como presidente encargado, qué sigue para la oposición?
– El Gobierno ha asumido esos costos tan altos, y no los va a perder, no los va a malbaratar. Y le toca asumir las consecuencias de esos actos. Un acto de fuerza. Y la oposición, la mayoría parlamentaria tiene dos desafíos, uno, mantener funcionando a la Asamblea Nacional afuera, y eso tiene, materialmente, dificultades. Y la otra es ofrecer un camino político. ¿Ahora qué es lo qué vamos a hacer, cuál es el rumbo? Hacia donde debemos apuntar es para que en Venezuela haya unas elecciones libres y limpias, para elegir al Presidente. Pero este año debemos elegir a la AN, porque no podemos tener un Parlamento que este como el de Taiwán, después del 49, donde había unos diputados que siguieron durante años, y eran viejitos. Eso tampoco es una situación deseable, obviamente.
Pero esas elecciones requieren, indispensablemente, un gran acuerdo político. Si el Gobierno impone las elecciones sin acuerdo, no van a servir, va a prolongar la ilegitimidad. Para que pueda haber eso, tiene que haber un acuerdo político. Y ese acuerdo político, para dar solución al asunto, el Gobierno no lo quiere. Y ha hecho todo el esfuerzo para sabotearlo.
-Pero el Gobierno insiste en llamar al dialogo
-Pero un diálogo de mentira. El Gobierno no quiere un acuerdo en el que dialoguemos, pero sí un diálogo para conseguir, pero no para acatar y que las cosas pasen. Y la oposición entonces tiene la dificultad de atreverse a exigir una organización que sea pertinente, que sea eficaz, atreverse a ejercer la presión nacional internacional para eso.
– ¿El camino de la negociación no hay que agotarlo?
-Yo pienso que no porque hacia allá tarde o temprano habrá que llegar. La manera de que no llegáramos sería de que una de las partes venciera y se impusiera la otra. O sea, que el Gobierno no necesita llegar a acuerdo y por lo tanto se le impone. Nos manda a callar a todos, los pone presos o hace lo que le da la gana. O la oposición se impone y le impone sus condiciones al Gobierno. Esas opciones hoy en día no se avizoran como factibles. Ese camino con él, tarde o temprano lo vamos a encontrar. Yo prefiero que lo encontremos antes de la matazón, y que no sea que la política venga para recoger los vidrios de la matazón, de la violencia, sino que podamos entendernos y evitar.
Creo que hoy ese es el desiderato, y ahí es donde el liderazgo de Guaidó es importante, porque Guaidó es el líder político de más peso en el país. Y es verdad que no está como en marzo del año pasado, estaba en el punto culminante, pero también es verdad que no hay liderazgo comparado con el suyo. Eso es una posición ventajosa, pero también una gran responsabilidad, y yo deseo que salga muy bien de ella, por el bien de todos.
–Si el TSJ designa un nuevo CNE no se va generar confianza en el proceso electoral ni los mismos dirigentes los van a tener
-Depende de cómo ocurra. Por supuesto, así como va ocurriendo no es. Aquí ha fracasado un camino unilateral. El camino unilateral le servía al Gobierno, no al país, cuando el Gobierno era muy popular. Ahora que no lo es, no le sirve al país, pero tampoco al Gobierno, y la oposición tiene que tener cuidado porque es muy impopular. Eso no significa que automáticamente la oposición sea popular. Entonces, un proceso convocado por la oposición, impuesto, tampoco seria creíble porque tiene que participar y ser creíble para ese sector del país que existe. Ese 30% que respalda al Gobierno.
Y si yo no aceptaba me llevaran por delante cuando los que estábamos en contra de Chávez, éramos el 20%, ahora, me parece que es inaceptable que a ese 30% se lo lleven por delante. Yo creo que allí, el mensaje de Guaidó siempre ha sido un mensaje incluyente y equilibrado, a pesar de toda la presión que recibe del Gobierno para radicalizarlo.
-Sectores de la oposición dicen que no se puede ir a elecciones si Maduro está en Miraflores. El camino luce empedrado
-Por supuesto que el camino es empedrado, y por eso es que tarde o temprano tiene que haber una negociación política. Si uno ve lo que ha declarado la Unión Europea, lo que han dicho los países del Grupo de Lima y lo que dicen los Estados Unidos, por cierto también los rusos, han dicho que la solución en Venezuela son unas elecciones en condiciones aceptadas para todos. Pero los americanos, que son un actor internacional muy importante en esto, parecen estar muchísimo más abiertos a otras posibilidades. Sobre la participación de Maduro creo que no deberíamos anticiparnos a qué es aceptable o qué es inaceptable, mientras no haya conversación.
Sí yo estoy seguro de que nunca voy a conversar, me parece lógico que yo no hable de eso o ponga todos los inconvenientes en este momento. Pero si yo soy consciente de que tarde o temprano hay una posibilidad de que tenga que negociar porqué voy a anticipar posiciones mías. Porqué voy a decir antes con qué voy a estar o no de acuerdo. No tengo por qué darle esa ventaja a la contraparte, ni ponerme yo en desventaja, porque las negociaciones son proceso vivo, que se dan llegando a acuerdo.
-¿Cree necesario ampliar la base opositora? ¿Esto incluiría a los grupos radicales y a los que están en la llamada mesita?
-Hay que ver que es muy importante que si el liderazgo tiene un llamado que da entusiasmo, que motiva al pueblo opositor, al pueblo que quiere un cambio, el liderazgo político termina sumándose. Es que esta es una política que la ciudadanía sienta que le da una opción real, y que la motive a la ciudadanía. Si esa política existe, los dirigentes políticos tenderán a sumarse todos. Cuando empezamos con la Unidad, había gente que venía de la abstención, eran muchas las dudas, y armar las planchas fue muy difícil. La primera elección existía una tarjeta de la Unidad. Había que hacer planchas idénticas y que se metiera a todos los partidos. Y entonces la tarjeta blanca y la amarillo y negro y la anaranjada y la azul eran para lo mismo.
Al comienzo, cuando hicimos el anuncio público, en junio del 2009, iban 12 partidos a las reuniones y fue un proceso. Al principio, no se sumó todo el mundo, se sumaron después cuando vieron que estar por fuera era mal negocio, y hubo quienes no se sumaron nunca como Claudio Fermín, a quien respeto mucho.